lunes, 10 de diciembre de 2007

Como todos ...

.... los vi volver.

En realidad no los ví volver, los ví aparecer por que yo a Soda no lo había visto nunca antes así que eso de volver como que es una falacia por que volver implica irse y, ante mis ojos, no se habían ido nunca, por que nunca habían llegado. Pero ahora si llegaron y se fueron y por ello alguna vez en el futuro si podré decir que volvieron o, en todo caso, que volví yo.

Quedé cansado como cadena de bicicleta pero contento. La cerveza que cerró el día nos encontró al borde del MOR en un mullido sofá de un cálido bar miraflorino. Eran más de las dos de la mañana y mi cuerpo había soportado:

  • Cuatro horas parado.
  • Una hora y media de tensión uretral.
  • Dos horas de impacto solar directo en la cara.
  • Cinco horas sentado.
  • De cuarenta a sesenta minutos de brincos.
  • Dos horas de canto a grito pelado.
  • Dos horas y media de aplauso.
  • Una hora de movimiento rítmico de cuello
  • Veinte minutos de caminata
  • Una salchipapa recontra tóxica.
A las tres de la madrugada del domingo cuando por fin apoyé mi cabeza en mi almohada, era un hombre feliz.

¿El momento más difícil de toda la espera?
La hora y media que transcurrió entre las tres y las cuatro y media durante las que me pasaron factura las tres botellas de agua que me había tomado. No había baño por ningún lado, no tenía sencillo para el baño público y no me atrevía a alejarme mucho por que en cualquier momento iba a empezar el ingreso que empezó a las 4 y 30. En años de visita al Nacional, nunca uno de sus baños me acogió tan bien ya que en él, y gracias a la tensión de la hora y media anterior, conocí un nuevo estilo de placer. Doloroso, pero nuevo.

¿La frase del día?
Adelante nuestro en la cola estaba la popular gordita con su enamorado. Si pues, la gordita. ¿Acaso no hay siempre una gordita cerca en todo sitio? Bueno, durante el aburrimiento de la cola, ella y su enamorado se pusieron a jugar con el largavista trucho que les enyucaron por 20 bataraces. Cansado de ponerselos de la forma regular, el causita se los puso al reves, de tal manera que veía por la salida. Emocionada la gordita posó y le dijo sonriéndole: "¿Me ves chiquita?" A lo que pensé para mis adentros: "Dificil" pero Christian lo dijo mejor y en voz alta: "That's imposible".

Y bueno, si quieren saber más sobre el concierto, pueden leer uno de los miles de blogs que seguramente contarán sus emociones, las canciones, las luces, los efectos. Ellos sabrán contarlo mejor que yo que, por otro lado, tampoco tengo mucha intención de contarlo. Digo, es un decir.

PD. Me estuve quedando sin batería. Así que el último cartucho de mi cumplidor Motorola Z3 se fue en grabar este video que salió como el orto pero que prueba que yo sí estuve ahí, en Oriente Alta. Ahi se los dejo antes que Youtube me lo borre.



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