lunes, 31 de julio de 2006

Spondylus



El 28 de julio pasado pasará a la historia como el regreso de García. Sin embargo, antes de hablar de García, hablaré de otro indeseable. No, no es Toledo. Aunque, podemos empezar por Toledo. Una de las ultimas cosas que Toledo sintió fue un gran fastidio por tener que ir al Te Deum. Eso es entendible toda vez que es harto conocido el intrínseco fastidio que implica oirse una misa. Sin embargo, escuchar al excelentísimo señor cardenal es, en si mismo, un completo desproposito. Y no solo por el hecho de que le prestas oidos y respeto a una persona que, realmente, no se merece ni uno ni otro sino por que, tal como le pasó a Toledo, corres el riesgo de escuchar cada barrabasada.

Hay una historia ayacuchana que tiene ya como 20 años. Cuenta de una oficina arzobispal que, en tiempos en que la iglesia (autoimpuesta como una institución piadosa y útil) resultaba siendo la última instancia de ayuda para muchos desesperados infelices, tenía su centenaria puerta cerrada. ¿Era domingo? No. La puerta estaba cerrada por que no querían atender. Y lo vergonzante era el infame cartel que se hizo famoso. "No se atienden quejas sobre derechos humanos". Osea, si tenías alguna quejilla respecto a la vida sexual del vecino, posiblemente el arzobispo podría prestar oidos y hablar al respecto en la homilía del domingo. Pero si los terroristas te desaparecieron al hermano, pues el arzobispo estaba muy ocupado. Tal vez contando las hostias, en tiempo de escases no se pueden consagrar mas hostias que las necesarias. Esta historia la recogió la CVR que podrá ser todo lo imperfecta que fue pero que nos permitió enterarnos de cosas como estas para que luego no vengan a dorarnos la píldora.

Ese gentil prelado ahora es cardenal (y despues me preguntan por que no creo en la iglesia) y lo peor es que tiene la guasa de quejarse y hablar de la CVR y decir que no es posible que, en el informe de ésta, se hable mal de las fuerzas armadas y de la iglesia, osea, de él. Sinceramente, con gente como esa en la iglesia, yo me alegro de estar en la vereda del frente. Digo, es un decir.

miércoles, 26 de julio de 2006

Combinao

Hoy almorcé muy bien. Acompañado de unos buenos amigos que habíamos, la semana pasada, decidido que el día 26 de julio celebrariamos la buena estrella que nos ha sonreído en esta mitad del año. Pero llegamos tarde todos. Teniamos pensado irnos a la cevicheria "La Mar" de Gastón Acurio, para codearnos un poco con la gentita pero ... estaba repleto y yo tenía poco tiempo. Asi que, ante mi sugerencia y sus reticencias, los convencí de ir a un restorán que me enseñó Omar (compañero de trabajo y amigo reciente a quien aprecio mucho por sus objetivas observaciones y sinceros consejos). Se llama "El Paraíso del Sabor" y no es un sitio muy aparente aunque cocinan muy bien y sirven generosamente la comida criolla.

Lo que me recordó algo que ultimamente es vox populi y que sabiamente Omar me comentó alguna vez. "Lo que evita que haya un mayor número de peruanos viviendo en el exterior (que no son pocos los que ya lo están) es la comida". Y eso es cierto. O sea, dejemos de un lado los chauvinismos y las expresiones exageradas como "esta huancaína es lo mejor del mundo" e intentemos ser objetivos. La sazón peruana (el aderezo, como lo llaman los chefs) es inigualable. Es decir, un buen Filet mignón es muy rico ¿no? al igual que un buen bife argentino pero ... ¿un adobo de chancho al estilo arequipeño? ¡Jesús!

Y de otros paises ni hablar. Si consideramos que lo mejor que nos puede ofrecer Brasil (país a quien muchos envidian) es la "feijoada" (osea un buen plato de frejoles, sin seco) podemos ver que, en materia culinaria, somos nosotros los pentacampeones. Hace cuatro años acompañé a mi madre a Bolivia, país muy parecido al nuestro, y me ofrecieron un plato que se llamaba "Salchichas Chuquisaqueñas" que, de no ser por el nombre (casi un trabalenguas), hubiera caido en el mas sincero olvido. Es mas, esa visita fue justo en vacaciones por fiestas patrias y fue la única vez que pasé un 28 de julio fuera de mi país. Ese día con mi madre no hicimos nada, nos imaginamos (como en efecto fue) que todos los restoranes peruanos estarían rebosantes de gente. Fue mas bien al día siguiente 29 (que tambien es fiesta patria) que con mi madre llegamos a una buena cevichería a dos cuadras del Estado Hernando Siles de La Paz (cevichería en La Paz ¿captaron la ironía?). Pedimos un buen ceviche de pez de lago (que en realidad estaba lo suficientemente bueno como para alegrarte con la sola idea de que tu avión de regreso a Lima saldría en dos días más) y un buen arroz con mariscos tan apoteosicamente servido que al verlo mi madre, poco dada a ese tipo de arranques, no tuvo mejor opción que mirarme y decirme "Viva el Perú". Ese par de platos (y la Inca Kola de contrabando que nos vendieron a precio de oro) nos regresaron al Perú por una tarde.

Y si pues, digan lo que digan, nos sentimos orgullosos de lo que comemos. Pero mas que eso, del sabor que esos platillos tienen. Han tenido que pasar milenios para que lo reconozcamos y ha tenido que venir Gastón para demostrarnos que la comida criolla tambien es ficha. Entonces, si bien yo como comida peruana todos los días (por que todos los dias como en el Perú) este 28 volveré a "El Paraíso del Sabor" y celebraré con un buen ají de gallina. Digo, es un decir.

martes, 25 de julio de 2006

¿Peruano yo? Nooo, "Antichileno"


antichile

¿Quién puede negar, y lo pregunto con la seguridad del que no va a encontrar respuesta en contra, que uno de los mayores puntales del sentimiento de peruanidad es justamente la "antichilenidad"?. Y lo digo sin afán de ofender ¿no? Pero, es que resulta evidente. Desde que estamos en tercer grado de primaria y empezamos a llevar un curso larguísimo y completamente incoherente como es ese que se llamaba "Ciencias Histórico Sociales" (creo que ya lo desparecieron al buen C.H.S.) supimos que, en algun momento, antes de que naciéramos, los chilenos vinieron a nuestro pobre país y nos sacaron la madre. Se subieron al morro y nos quitaron nuestro veintiúnico barquito.

¿Quien, durante el colegio, no se imaginó que ya llegará el día en que nosotros, hijos del sol, podremos ir a devolverles la visita? Digo, si existió o fue alguien muy pacifista o muy cobarde. Es más, recuerdo claramente que un muy buen amigo mio (a quien a pesar de no verlo hace años lo sigo contando entre mis amigos cercanos) me preguntó cuando ambos éramos aún infantes, alla por el año 1986, que le contara donde compraba mi mamá las manzanas que llevaba al colegio para que él, a su vez, le dijera a su mamá que las compre ahí por que, intuyo, las que compraba su mamá serían una buena porquería. Yo le conteste que mi mamá compraba las manzanas en el mercado del Cusco (viviamos allá) pero que ella siempre pedía manzanas chilenas. El me miró con toda la desaprobación que era posible a sus siete años y me dijo que él nunca (con énfasis en el nunca) comería manzanas del enemigo. De más queda decir que yo me sentí poco menos que un espia chileno.

Recuerdo tambien que, años despues en Huancyao, observé una estampa folclórica que a mi siempre me pareció vergonzoza e impresentable (como muchas de las estampas folclóricas que vi luego en Huancayo) referente a Cáceres y que trataba, con suma originalidad, del desfile de un batallón de harapientos desposeídos (los peruanos) que al son de un tambor roto paseaban entre carajos y yana jaracha mantas a un prisionero chileno rumbo al paredón. Todo eso mientras las mujeres le mentaban la madre en un canto no muy edificante y sumamente repetitivo.

Pero las cosas no quedan en anecdotas de inimputables y pésimas demostraciones culturales. El mismo García en sus últimos discursos ponía como caballito de batalla de su campaña el hecho que él no dejaría que Chile nos siguiera sacando ventajas. Es mas, ofreció que le quitaríamos a ese largo país la hegemonía que actualmente tiene en el pacífico sur. No sé ustedes pero, a pesar de la vacuna antiGarcía que tengo, a mi eso me emocionó de sólo pensarlo. Por otro lado, ¿qué gol se grita mas en una eliminatoria? Pues definitivamente el que se le mete a Chile, no me vengan ustedes con tonterías (claro que mas se gritaría el que nos llevaría al mundial pero ... la idea es no deprimirnos).

Entonces, se puede afirmar que parecería que uno es mas peruano mientras mas reparos tenga a Chile y lo chileno. Graciosa dicotomía ¿no?

A inicios de año pude pisar ese país tan mentado. Bueno, en realidad lo que pisé fue tierra que alguna vez fue peruana, ya que Arica esta mas bien muy cerca de Tacna. La diferencia fue sensible, como le comenté a mi flaco amigo, se notaba el paso del quinto país de la región (mi querído Perú) al primer país de la región. No me sentí ni hostilizado ni noté que me miraran feo y eso que entre con la celeste del Sporting Cristal en el pecho cuya finalidad, ese día, era gritarle bien en claro a todos ellos que yo era bien peruano. Pero nadie pareció enterarse.

Subí al morro, y me imaginé ver lo que se alguna vez se vió hace mas de 130 años cuando era un pedazo de tierra nacional y me intenté sentir peruano en el Perú estando en otro país. Lejos de lo que imaginé en mi infancia, mi contacto con el morro no fue emocionante ni solemne, mas bien ventoso por que en Arica, durante el mes de enero, corre un buen viento. El taxista, chileno que había nacido en Coquimbo, nos hizo el habla durante el camino de regreso contándonos que Arica era un buen sitio para vivir ya que no era tan caro como Calama ni tan peligroso como Antofagasta. Luego de ello, enrumbamos de nuevo al Perú. Chile no fue un lugar hostil, hasta podría decir que me trató bien, lo lamentable fue que, tras un par de horas, tanto Christian como sho estábamo hablando como dos rotos, pueh! Lo que se quitó luego de un par de chanzas y unos diez minutos en Tacna.

Ahora que celebramos Fiestas Patrias, no creo que nadie este pensando en Chile o en lo mucho que lo desprecia, envidia, odia, o, simplemente, intenta ignorar. Pero si es cierto que, en algún rincón de nuestro corazón, aquel que menos nos imágninemos, hay un sentimiento que mamamos desde la infancia que nos dice que ... a Chile, ni la hora. Digo, es un decir.

martes, 18 de julio de 2006

Amores Perros

Voy a hacer un pequeño parentesis de los temas patrióticos o parapatrioticos. En los últimos días se ha hablado mucho del buen can que asesinó un ladronzuelo de medio pelo allá por Comas, creo. Y sobre todo llamó la atención las voces que se plegaron al unísono pidiendo que ¡¡¡No se sacrifique al valiente y leal rottweiler!!! Cuando lo escuché, entre sueños, yo dije en voz baja lo que pensaba pero ahora lo digo en voz alta. Yo si creo que se debería sacrificarlo, cuanto antes. ¿Por qué? Pues por que es un perro asesino, por que a ese animal ya le enseñaron a ignorar sus instintos y para él es indiferente lanzarse a morder la yugular de otro animal o de otra persona. Es un animal salvaje y no podemos darnos el lujo de tenerlo suelto.

Eso me recuerda la película de Amores Perros que tantas veces vi. En ella, un simpático rottweiler es adiestrado a pelear y afina lo que ya sabía, matar. Es un can bondadoso, cariñoso y fiel. Pero la escena que mas se me viene a la cabeza es cuando su dueño lo deja sólo en la casa junto a los otros perros. Eran estos perros unos perros chuscos de esos flacos y pulguientos que uno se encuentra en la calle, incapaces de hacer nada, temerosos hasta de su sombra. Al fin del día, cuando vuelve el dueño, descubre que el simpático, bondadoso, cariñoso y fiel Rottweiler dio cuenta de todos los demas perros. ¿Legitima defensa? No, es sólo que es un animal salvaje ... y mata por matar.

Los animales tienen un poderoso instinto, eso lo sabemos todos. Es por ello que todo perro puede atacar, pero no matan. Un perro normal no salta a morder la yugular de una persona ni la sujeta de algun punto que pueda acarrear la muerte. Los animales no son tontos, saben lo que hacen, qué hacer y qué no hacer. Pero cuando a uno de estos animales se les enseña a ignorar sus instintos, lo hacen. Es asi que el perro supera lo que le dice su naturaleza y, ante la primera que puede, se suelta como le enseñaron que lo haga y va a morder ... donde sabe que va a causar mas daño.

Ojo que no es que yo piense que el ladronzuelo en cuestión debio vivir o no, posiblemente debió morir y tal vez esa haya sido su hora. Lo que yo si creo es que el fallo de nuestra sociedad (de la que todos formarmos parte) al no poder controlar la delincuencia e inseguridad en la ciudad no es justificación para que empezemos a tener animales salvajes sueltos en la ciudad y menos a neuróticos que gozan teniendo asesinos en las piernas y pasan la vida adiestrando razas agresivas para que, en cualquier momento, le quiten la mitad de la cara al primer pobre infeliz que se cruce en su camino.

Un animal salvaje es peor aún que un arma por que, a diferencia de ésta, éste tiene aún un poco de voluntad y lo terrible es que, gracias al adiestrador (miserable de turno) han aprendido a ignorar las barreras que la sabia naturaleza les puso. Es un ente que camina por las calles rodeado de cadenas por que son capaces de meterles un buen mordisco no sólo al asesino que viene corriendo, cuchillo en mano, en pleno parque para matar al dueño del animal mientras vocifera ¡¡¡te voy a matar, desgraciado!!! (situación, por lo demas, harto imposible) sino tambien al niño de cuatro años que, corriendo tras el balón tiene la mala suerte de que éste ruede hasta donde esta el antisocial que crió un animal salvaje. Ante igual estímulo, igual reacción. Si ese perro ya ignora lo que su instinto le dice respecto a "no matar a un semejante" ¿por qué debemos creer que sabe distinguir entre un asesino y un pobre apurado?

Entre ayer y hoy salieron algunas noticias de dos perros que atacaron niños, a uno le sacó el ojo izquierdo y al otro le razgó la parte derecha de la boca. Igual en la portada del diario del costado aparece el "valiente rottweiler" pidiendolo para que muerda congresistas. Es decir, siempre vemos la chanza y nunca el meollo. Por mientras, sólo pido que nunca me tenga que cruzar con uno de esos animales salvajes ni con los desadaptados que adiestran y perjudican de esa forma a un pobre animal que bien podría ser pacífico y amigable. Prefiero antes cruzarme con Banchero y su 9 milimetros. Digo, es un decir.

lunes, 17 de julio de 2006

La esquina mas patriótica del Perú

En julio las casas se embanderan. Todos tenemos la obligación (en algunas municipalidades como Magdalena del Mar se publicó una ordenanza disponiendo el embanderamiento general del distrito bajo sanción de multa) de izar una bandera en nuestras casas. Que gesto para mas patriótico. Sin embargo, eso de izar es un decir por que, ¿quien no ha visto la bandera peruana pegada con cinta scotch en la ventana del frontis, o colgada del tendedero o del marco de la ventana del segundo piso cual si fuera un trapo sucio? Lo mas bonito es cuando se acerca fines de julio (osea las fiestas patrias) y las banderas rojas y blancas sometidas al poco sol limeño, al viento con smog, a la humedad y a demas molestias climáticas empiezan a ser sendos pendones anaranjados y cremas que, con toda seguridad, se quedarán ahí colgados hasta mediados de agosto, cuando menos.

Otra cosa que es para llamar la atención es el hecho de que grandes eficicios de la ciudad ubican una banderita ínfima. Por ejemplo, el edificio donde trabajo es un centro empresarial que consta de tres torres, una de 20 pisos, la otra de 10 y la ultima de 15, en pleno centro de Miraflores. Tiene una pequeña banderita de un metro por sesenta. Digo, ¿es eso coherente?. Aunque, quién se va a preocupar de una bandera mas o una bandera menos. Total, que yo sepa (y no se mucho) Miraflores no ha ordenado el embanderamiento. Es mas, mi casa (edificio de departamentos en el cual mi casa ocupa el último piso) no esta embanderada y ya estamos 17, faltan sólo 10 días.

Yo recuerdo que en la casa materna la bandera la poníamos entre el 10 y el 15 de julio y la sacabamos entre el 10 y el 15 de agosto. Nuestra bandera tenía como 30 años (yo jugaba con el asta ensartando imaginarios chiilenos) y un gran forado en el medio de la parte blanca, lo que nos llenaba de vergüenza y nos hacía rogar que, cuando pase el inspector de la municipalidad, no la note y no nos meta una buena multa por faltar al deber patriotico. El "deber patriotico" incluia dos cosas. Primero ponias la bandera y, segundo, pintabas o lavabas el frontis de tu casa. Y si tu casa tiene frente a dos calles (como la mía en Huancayo) pues tienes que limpiar ambos frontis. Lo gracioso era ver a la gente golpeando las paredes de sus casas con un buen trapo empapado de yeso fresco para que toda la pared quedara blanquita, cosa que el inspector pasaba y ponia una buena calificación.

Yo siempre me imagine al susodicho inspector como un sujeto alcaponesco. Con incongruente sobretodo gris (incongruente con el sol serrano que hay en julio), desactualizado sombrero, gafas y un tablero oscuro donde ponia el calificativo a cada casa luego de que su sibilina mirada escrutaba si la bandera estaba bien puesta y si el frontis de la casa no mostraba alguna mácula que la haga merecedora de una buena multa. En realidad, tributo a la verdad, no se si existirá realmente dicho inspector por que jamas vi uno. Por eso tampoco puedo decir que mi imagen este equivocada.

En Lima, hace ya semanas se encuentran vendedores de banderas por doquier. No pude evitar escuchar algun infantil comentario de esos de "Mira mamá cuantos hijitos tuvieron esas banderas". Y es que, en efecto, las hay de todos los tamaños (no hay variedad de formas y colores por que todas son peruanas) y al alcance de todos los bolsillos. Pero ayer, en medio de un típico congestionamiento limeño (del que salí sólo por obra y gracia del destino que puso una ambulancia apurada atrás de mi taxi), encontré la esquina mas peruana de todo el país (y por ende de todo el mundo). Conte ciento veintitres (123) banderas peruanas colocadas en las cuatro esquinas de la intersección, eso sin contar las que estaban encima de los coches y las muchas otras que dobladas, embolsadas o arrumadas una encima de otra debían haber. 123 banderas peruanas flameando al viento. Todas en venta. ¿donde? Avenida Aviación con Villarán, distrito de Surquillo. Esa aglomeración de gente, carros y banderas podría parecer, para una mente que mantenga el romanticismo en medio del embotellamiento, una conglomeración en homenaje de la bicolor nacional. Luego vino la ambulancia y personalmente agradecí de que, por fin, el taxi me sacara de esa esquina tan llena de carros ... y banderas. Durante varios segundo cerraba mis ojos y veía banderitas dando vueltas alrededor. Aún se mantienen y me sirven para recordarme que tengo que comprar una bandera y embarderar mi casa yo tambien. Digo, es un decir.

jueves, 13 de julio de 2006

¡¡¡Paso de Desfile!!! .... ¡¡¡¡Arch!!!

Viernes, 12 y 30 de la tarde. Bello sol radiante en el inicio de la tarde. Cielo serrano límpido y celeste. Acababa de terminar el segundo recreo, toca Educación Física, osea, dos horas de hueveo parejo. Pasan las otras secciones a sus salones, primer grado, segundo grado, tercer grado. De pronto ¡zas! la cagada. El profe se para en el micro y dice "Cuarto y Quinto se quedan para ensayar desfile". Adios las dos horas de hueveo parejo, te tocan dos horas de ranas, planchas, gritos, marcha. ¡¡Dios mio, ¿por qué nos has abandonado?!!

Lunes, 12 y 35 de la tarde. Vas rumbo al salón. Clase de Física. No hiciste la tarea y no entiendes absolutamente nada del Movimiento Rectilineo Uniformemente Acelerado. Eso va a implicar que hoy te quedas anotado en el parte. Sólo un milagro te salva. Tocan la puerta del salón antes de que Tatán (el profe de física) pueda siquiera saludar. "Disculpe profesor" - habla el hermano asesor del grado - "va a haber ensayo para el desfile, los alumnos tienen que salir". Aleluya. ¡Viva el Perú, carajo!

Marchar siempre ha sido una joda y, en el colegio, fiestas patrias era marchar. Yo estudié en provincias y esa regla era ineludible. Todos los colegios marchan y compiten. Claro que siempre va a ganar un colegio nacional de esos que son de la policia o del ejercito pero, no importa, igual hay que marchar. Creo que en Lima la situación era distinta. En realidad, no sé. Los ensayos de marcha fueron un fastidio para todos. Sin embargo, habiamos algunos desubicados a los que nos gustaba. Si, debo reconocerlo, yo marchaba y lo peor era que me gustaba.

Tal vez no me hubeira gustado si sólo hubiera sido uno en el batallón, masa informe de uniformados en manga de camisa con la insignia cosida al bolsillo y escarapela al costado. Pero, felizmente para mis recuerdos, y a pesar de mi talla (nunca fui de los altos, siempre estuve mas bien entre los que se salvaban por un pelo de llegar a la categoría de chatos) yo no solo marchaba, yo llevaba el gallardete. Y encima llevé el mas importante que el colegio obtuvo en su historia (que eran mas bien pocos considerando que llevaba como 70 años marchando). Es decir, los desfiles fueron para mi una forma de fungir de vedette. Claro, en mangas de camisa, guantes oscuros, pantalón, corbata, los infaltables cordones que se colgaban en el pecho, la correa de soporte cruzada en el pecho y el gran armatoste de bronce con una banderita de cincuenta centímetros morada con un sol bordado de amarillo al medio. Aún recuerdo claramente el sonido de las pifias en los estrados cuando los del Salesiano empezabamos a pasar desfilando. Que puedo decir, éramos los antipáticos de la ciudad.

Pero esa no era la única "ventaja" (Y resalto las comillas por que en realidad no era ninguna ventaja. Llevar el gallardete me obligaba a ir con la escolta y escuchar parado en el sol serrano (que en julio es mas bien inclemente) la larga misa que se mandaba el arzobispo. Asi, mientras yo me derretía los sesos, su obesidad hablaba del buen samaritano dentro de ese templo que desde entonces se me antoja muy fresco). La ventaja mas gratificante para mi en esos momentos era que llevar el gallardete me daba la prerrogativa de pasearme por entre los batallones (especialmente de los años inferiores) y ser yo el que ordenaba las ranas y las planchas. Es decir, me pasé al sector patronal. Je.

Sin embargo, aún ahora no logro entender por qué desfilan los colegios peruanos en 28 de julio. Una vez llegó al colegio un padre polaco que, al ver los primeros ensayos, se escandalizó totalmente por que, polaco de mas de sesenta años, ese tipo de cosas le despertaban cierto terrorífico recuerdo de alemanes uniformados que desfilaban, tal vez, entrando a su ciudad natal. Pobre. Que desfilen los militares es una cosa. Entendible. Pero ¿y los colegios?

Alguna vez en Cusco recuerdo haber desfilado en la plaza de armas por fiestas patrias, lo gracioso es que esa vez fue la primera que desfile y ... yo ¡¡¡tenía 7 años, estaba en tercero de primaria!!! ¿cual es la razón de hacer desfilar a criaturas tan pequeñas? Tal vez satisfacer el orgullo de los padres de ver a sus hijitos haciendo cosas de grandecitos. Me parece exactamente igual al impulso que tambien mostraban cuando, en el cumpleaños de la primita que cumplia 6, te sacaban de estar ensuciandote con tus amigos para llevarte a la sala, previas requintadas ("te he dicho mil veces que no te ensucies. ¡Mira ese pantalón! Que vergûenza!) para que te pongas a bailar alguna cumbia colombiana (¡¡¡¡Aaaaaay primorando!!!! quiero amanecer ....) con la hija de alguna señora mientras sientes tus orejas quemar de verguenza y pretendes mantener la decencia suficiente para no romper en llanto e ir a esconderte en la casa del perro.

Bueno, lo único cierto es que, luego de haber marchado casi 5 años de los 11 que lleve en colegio y habiendo pasado 11 más desde la última vez que marché, sigo sin entender. Si alguien lo hace ... pues que me explique, por favor. Digo, es un decir.

lunes, 10 de julio de 2006

Se me escarapela el cuerpo.

Julio es el mes de la escarapela. En determinado momento los jefes, los gerentes, los directores de escuelas y todo aquel que tenga algún poder de decisión sobre sus conciudadanos ordena que estos vengan al día siguiente con la escarapela en el pecho. Yo mismo fui victima de esos arranques de peruanidad y, la mano en el pecho, no me gustaban nada en absoluto. Recuerdo a mi mamá pegando fastidiada las escarapelas en las tres chompas de uniforme color rata que entonces usábamos los tres hermanos. Hubo incluso un año en el que, si la memoria no me falla (lo que pasa pocas veces) en vez de comprar las escarapelas ya hechas que vendían en las cusqueñas calles de mi infancia, mi madre decidió comprar un metro de tela bicolor y fabricar ella misma los rosetones. Por Jesús redivivo que sus escarapelas fueron inmensamente mas bonitas que las que vendían en la calle y, consecuencia lógica, mas bonitas que las que llevaba el resto del colegio. Salvo, tal vez, dos o tres personas como nosotros que tenían escarapelas hechas en casa.

Y quizá esa sea la razón por la que no era muy apreciado el hecho mismo de llevar la escarapela y es que ésta era fea. No es como, por ejemplo, andar con la camiseta de la franja camino al estadio cuando juega Perú. Llevar la escarapela es algo poco tentador. Y eso por que las escarapelas de mi memoria siempre han sido pedazos de tela mal cortados y peor cosidos, donde el rosetón tenía cualquier forma menos redonda y donde las borlas no sólo estaban mal cortadas sino que además eran de tamaños distintos y ni siquiera “miraban” para el mismo lado. Además eran grandes. Entonces, llevar un lazo de hilo y tela cosido en la chompa no era definitivamente la mejor forma de inculcar peruanidad a nadie por mas rojo y blanco que tenga (como si el cariño a algo o a alguien se lograra obligando a la gente a coserse símbolos a la chompa).

Y eso a pesar de que la idea de la escarapela como símbolo no es mala. O sea, me refiero a que la idea misma de un rosetón de uniformes pliegues con los colores patrios rodeado de dos bandas también de patrios colores, y que este pequeño simbolito sea llevado con orgullo como accesorio en la solapa del traje o del vestido, no es una mala idea. Es, incluso, hasta elegante. A eso hay que sumarle que el hecho de la “bicoloridad” (¡uy! que palabro) de la escarapela peruana que ayuda bastante a la sobriedad del símbolo. Digo, he visto escarapelas bolivianas y, sin ningún mensaje subjetivo, he comprobado visualmente que una escarapela con mas de dos colores deja de ser elegante y se parece mas a la flor de siete colores que buscaban Angel y Boris. ¡Puaj!

Entonces, el problema no es el símbolo en si mismo sino la forma en que el símbolo se puso al alcance del pueblo. Y la obligatoriedad. Llevar la escarapela era algo asi como cortarse el pelo. Y lógico, cuando uno sale del colegio se deja buen tiempo de cortar el pelo y jura nunca mas usar la escarapela.

Felizmente de un tiempo a esta parte existen los pines. Dichoso invento que hace que en un pedazo de lata plastificada la escarapela regrese a su imagen clásica de redondo rosetón y uniformes bandas y, sobre todo, de pequeño, discreto y elegante tamaño. Desde que compré mi primer pin, hará ya cuatro años, yo si me escarapelo todo el mes de Julio. Hace un par de semanas cuando comenté este hecho con toda naturalidad, dos amigos amantes del buen vino y el buen vestir me soltaron una retahíla de comentarios siendo el mas inocente “vas a parecer secretario de juzgado”. Sin embargo este año me voy a escarapelar (vieron el verbo?) desde este lunes. Aun tengo el orgullo de ser peruano a pesar de que los amantes de la moda opinen que llevar escarapela (chiquita y elegante) no sea “chic” ni este “in”. Digo, es un decir.

viernes, 7 de julio de 2006

Julio

Bueno, estamos ya en Julio. ¿Y eso qué tiene de especial? Pues desde un punto de vista trascendental, nada, muy poco. Sin embargo, en este rincón del mundo se celebran las fiestas patrias. El 185 aniversario de la independencia del Perú. Sería mentir el decir que los peruanos andamos con el pecho henchido y que todo el mes de julio derrochamos peruanidad cantando todos el “Somos Libres” y blandiendo banderas a diestra y siniestra.

Las fiestas patrias son fiestas más bien frías y que nadie se ofenda con eso. Algunos se van de viaje, otros se quedan metidos en su casa y seguramente no va a faltar el que se suicide luego de ver este año a García nuevamente con la banda presidencial.

Sin embargo, hay cosas que merecen comentarse, sabrosas anécdotas, interesantes detalles, y, como todo en el Perú, increíbles contradicciones. De esa forma inauguro un ciclo de posteadas “patrias” que espero sean lo suficientemente divertidas como para volverlas a publicar el próximo año. Que les sea propicia. Por cierto, si estas no cumplen su cometido no duden en hacérmelo saber. Digo, es un decir.