jueves, 31 de enero de 2008

Un agradecimiento

El sábado se me ocurrió comer pescado. Me gusta cómo me está saliendo últimamente el pescado frito así que enrumbé hacia el supermercado con la única intención de comprar pescado. Parado frente a la pescadería no sabía si decidirme por los cumplidores filetes de tilapías que siempre compro o probar algún otro pescadillo que me sorprenda gratamente. Y perdía el tiempo en estas ictícolas tonterías por que a mi costado había una señora que se compraba dos kilos de perico y pedía que se los trocearan como para ceviche.

Por esas cosas que pasan por que el hombre es un ser animado, volteé el cuello y mi mirada se encontró con la de la amigable señora quien esbozó una cortés sonrisa. Sonrisa que yo, obviamente, devolví. Y de pronto se me ocurrió hacerle la pregunta que tantas veces me hice mentalmente y nunca me acordé de hacérsela a alguien que tuviera la capacidad de responderme. Vamos que la señora estaba que se compraba dos kilos de pescado para hacer ceviche.

Asi que, tras un intrascendente comentario sobre que el clima estaba excelente para hacer ceviche, le pedí que me aconsejara en el arte de hacer un buen ceviche. Y ella empezó, con claridad me fue dando uno a uno los consejos y los secretos, las críticas a algunos ingredientes y las loas a otros, destrozando palabra a palabra mi idea de que para el ceviche tu sólo cortabas pescado y echabas limón y sal. Como todo platillo tiene un ritmo, un ritual, un orden y una sabiduría. Desde el corte y la sazón hasta el punto de la cebolla, todo me vino envuelto en los dos minutos que el muchacho del supermercado se demoró en cortar sus dos kilos. Al recibir su bolsa la señora me miró y me dijo hasta luego, yo respondí nuevamente con sonrisa cortés y un buen gracias.

Para este momento mis dudas se disiparon. Compré un buen filetón de perico del cual sacaron tres filetes y el resto me lo llevé entero, dispuesto a aplicar mis recién adquiridos conocimientos. Ya en mi casa, antes de apanar los filetes, me dedique con cariño y primor a cortar el pescado. Trozos grandes, sustanciosos. Y seguí paso a paso la receta de la señora del supermercado. A los ingredientes indicados les saqué alguno y añadí otro que me gustaba más. Luego exprimí. Exprimí parejo por que, tal como me dijo la señora, el limón debía tener cierto nivel que, definitivamente, no era el que yo solía usar las pocas veces que me aventuraba a hacer un ceviche.

Y es que yo me aventuraba pocas veces a hacer un ceviche por que mis ceviches, simplemente, no sabían a ceviche. Sabían a pescado crudo con limón, que no es lo mismo. Luego de una paciente espera, saqué el bol de la refri y probé. Lo había logrado. Por fin mi ceviche supo a ceviche. Hasta Leche de Tigre obtuve. Y mi alegría se tradujo en agradecimiento. Me hubiera gustado encontrar a la señora del supermercado y decirle que, de verdad, en serio, le estaba agradecido. Pero como sé que mis posibilidades son ínfimas y que además, en el imposible caso que la encuentre y la reconozca, quedaría como un completo imbécil agradeciendo efusivamente a una persona que no se va a acordar de mi y que va a pensar que soy loco… o imbécil es que escribo mi agradecimiento a través del blog, que es lo más masivo que tengo a mano.

Gracias.

Ahora mis sábados dejarán su clásica monotonía para coger una monotonía nueva. Digo, es un decir.

viernes, 25 de enero de 2008

Sueño húmedo

Como la gran mayoría de gente, yo no suelo recordar mis sueños. Por eso es que no puedo contar extensas historias sobre si tengo o no tengo sueños eróticos y cómo son estos. Las pocas veces que puedo recordar no develaron en mi subconsciente ninguna verdad soterrada y sórdida. Usualmente en aquellos sueños interactuaba con la persona que, en la vida real, también interactuaba. "Fidelidad hasta en los sueños", que le llaman.

Sin embargo, hoy (en estos tiempos en que me tengo que volver a acostumbrar a estar nuevamente sólo) me desperté medio sobresaltado y algo conflictuado. La protagonista de mi sueño húmedo era ... ¡¡¡¡¡una tomba!!!!

Bueno, aunque, como reconocimiento a mi subconsciente y a mi imaginación debo reconocer que la del sueño, más que tomba, era una simpatiquísima y ricotona mujer enfundada en un uniforme de policía.

Jamás había profundizado en el tema pero creo que mi subconsciente me ha querido dar alguna alerta respecto al uniforme. ¿Fijación? ¿Fantasía? No lo sé. Lo único de lo que puedo estar seguro es que, más que el uniforme, a mi me emocionó la mujer que estaba adentro.

Que si fuera únicamente por el uniforme, Dios mío, qué problema. Digo, es un decir.

La universidad pública

Entre las muchas cosas que me voy dando cuenta a medida que pasa el tiempo es que yo soy, tan pronto, un historiador frustrado. Me hubiera gustado seguir la carrera de historia y lo habría hecho si es que a mis 15 años hubiera tenido las cosas tan claras como las tengo hoy. Claro que eso es imposible por que no por gusto han pasado casi trece años. En fin. Tampoco es que me arrepienta de la elección pero, simplemente, me doy cuenta que hay cosas que me dan mucha más felicidad cuando me ocupo en ellas.

Pero el problema no está en darse cuenta que a uno le hubiera gustado hacer algo. El problema está si, una vez que te has dado cuenta de eso, no haces lo posible por lograrlo. Así que el año pasado decidí que este 2008 iba a ser el año de mi vuelta a las universidades. Por una parte tengo decidido y ya casi totalmente programado iniciar la maestría en la Católica y, por otro lado, decidí seguir la carrera de Historia. Total, la idea no es terminarla en cinco años ¿no? Curso a curso iría avanzando y de acá un buen tiempo ya no sería un historiador frustrado. Sería simplemente (y genialmente) un historiador.

Todo muy bonito. Sin embargo, como todo plan, esos sueños requirieron confrontarse con mi billetera y la prioridad de esta es, definitivamente, la maestría. Es que la maestría yo la veo, más que como un tema académico (que lo es), como una inversión. Ya contaré cómo es que me perdí una oferta por no estar matriculado siquiera en una. Incluso siendo alumno de maestría se me abren puertas a algúnos puestos que, vistos fríamente, superan hasta en un 50% lo que gano ahora. Por ello el desembolso prioritario de la billetera iba a ir a las arcas de la Católica. ¿Y la Historia? Bueno. Ahí tenía dos opciones. O la seguía en la Católica (lo que implicaba que volviera a llevar cursos en Letras y me pelee por los horarios y pague una boleta adicional en la máxima escala posible) o la seguía en otra universidad. La cátedra de Historia en Lima la dan la Católica, la Villareal y San Marcos. Descartada Católica, la opción a escoger era definitivamente San Marcos.

Y la idea no me pareció para nada desagradable. Revalidaba mis cursos y estudiaba en dos campus que son, prácticamente, vecinos. Viví muy emocionado los últimos meses del 2007 con la idea de iniciar mi segunda carrera, la profesión escogida, aquella que iba a ser la que me daría las más íntimas y personales satisfacciones profesionales. Cantaban los pájaros, florecían las plantas, el sol brillaba (pero no quemaba), el cielo era azul y yo andaba hecho un imbécil saltando como Heydi mientras pensaba en que el camino universitario por fin (trece años despues de que ingresé al mismo) se me presentaba tentador, agradable e interesante.

Así que esperé con mucha alegría el día que iba a ir a dar mi examen de ingreso a San Marcos. Incluso estuve repasando algunas cosas. Aritmética, Algebra, Física. Total - pensaba - si ingresé una vez a la Católica, puedo ingresar cuantas veces quiera a cualquier otra. Pasó noviembre, pasó diciembre y llegó el 2008 que, como dije, era el año de universidad ... y terminó siendo el año del golpe.

Cuando entré a la página web de la decana los sueños se me hicieron añicos. Meses de planes y sueños se reventaron con un "plaf!" que me mandó la mandíbula al sueño y me quitó la reacción por segundos. El costo del examen de ingreso eran de S/. 1,200.00. Bueno, vamos por partes, los que postulan por primera vez pagan un monto mucho menor. Pero los que ya somos egresados nos jodimos por que nos enyucan un concepto de "prueba especial" por el que tenemos que pagar mil doscientos bataraces. Ahora, yo supongo que esa prueba especial te la deben tomar en el salón VIP del aeropuerto y con cuatro anfitrionas que te sonrien mientras marcas las bolitas de la tarjeta de respuestas (me acaba de entrar una duda ¿los exámenes seguirán siendo con tarjetas para marcar la bolita con lápiz o ya habrán inventado un método más moderno? Caray, me sentiría tan viejo si ya no habría que marcar la bolita. En fin.) pero lo más probable es que no sea así y que lo especial que tiene esa prueba especial es que tiene 10 preguntas menos que la otra y que cuesta como las onzas de oro.

Osea, por que soy egresado de otra carrera, me jodí. Y si yo no tuviera chamba y sería un hombre que deposita sus esperanzas en meterse a otra carrera que le pueda ofrecer las oportunidades que no tiene, qué hago. Osea, yo puedo pagar ese monto (aunque me dolería, la verdad) pero no me parece que sea adecuado. Menos aún si sólo es por el derecho a dar el examen (contemplando la eventualidad que no ingrese y me quede sin soga ni cabra). Se supone que San Marcos es universidad pública ¿no? Pero tal parece que esta actitud es general por que, la Villareal te cobra mil luquitas si eres egresado. Osea, todos a aprovecharse del pelotudo que tiene la intención de estudiar una segunda carrera en un país en el que la mayoría de la gente no entiende lo que lee, si es que lee algo más que el menú del día.

La pregunta sería ... ¿pero por que no postulas como cualquier otro mortal, te fajas como los machos en el examen regular y te ganas tu vacante a pulso calato? Bueno, pues por que si hago eso, no podría convalidar los cursos que llevé en la Católica. Osea, a soplarme de nuevo Mate 1, Lengua 1, Filosofía, Psicología y todos esos cursitos que pasé y que no pienso soplarme de nuevo. Vamos que si yo quería volver a la universidad era para estudiar lo que yo quisiera, no para volver a estudiar Letras de nuevo, con el problema que ahora ya no encajaría en ciclos iniciales. ¿Las razones? Pues un oscuro terno de lunes a jueves, dos entradas galopantes que liberaron mi cráneo de una buena parte de peso capilar y .... más o menos 20 kilos más. Es decir, no es para tanto, amigo.

Conclusión: este 2008 no empezaré al camino de la Historia.

Hoy, leyendo el feed del Comercio me dí además con la sorpresa que San Marcos cobra 800 lucas más a los que han ingresado por concepto de "constancia de ingreso". Osea, encima, si ingresaba, tenía que completar las dos luquitas y a ello hay que sumar las legalizaciones del título, las copias certificadas de los syllabus de todos los cursos que llevé, los certificados de estudio, en fin. A este paso, mejor sigo la carrera en la Católica y me evito todos esos trámites y esas molestias. Vamos a ver. Quien sabe y para el 2008-II vuelvo a llevar clases en Estudios Generales para completar los prerequisitos que me faltan (si es que me faltan) a pesar del terno, el pelo corto y los kilos de más (que van bajando poco a poco, no se lo crean).

Pero de que jode, jode. De reiniciar mi emocionante vida universitaria sólo he pasado a llevar una simple maestría, que encima no es la que yo estaba esperando. Pero, hombre, las inversiones son inversiones y los negocios son los negocios. ¿Mi negocio? ... seguir siendo abogado.

Ahora me pongo a pensar ... ¿si algún día llego a terminar Historia y se me da por ... veamos ... estudiar Literatura? ... ¿Cuánto me cobrarán? Digo, es un decir.




lunes, 21 de enero de 2008

Post atrasado

Hoy salí de la casa rumbo a la oficina. Pantalón de terno, camisa, corbata, lentes oscuros, el saco en la mano izquierda, la mochila con mi ropa del gimnasio en el hombro derecho, el celular en el bolsillo de la camisa y El Comercio en la mano derecha. En San Borja brillaba el sol mañanero y yo me incorporaba a la vida luego de un domingo que lo pasé, prácticamente, en estado vegetal. Al llegar a la esquina vino una señora seguida con su hija, supongo, aunque más parecía su nieta. La mozuela de unos 11 o doce años caminaba despreocupaba, veraniega, como aburrida.

De pronto me di cuenta que todas las personas de esa edad están en vacaciones y que este lunes a las 8 y 45 no tenían más obligación que la de no dormir hasta muy tarde o, en el peor de los casos, caminar atrás de su mamá-abuela. Vacaciones de enero. Hace ya un par de años que yo no tengo vacaciones en enero. Mejor dicho, hace ya varios años que enero dejó de ser, para mi, sinónimo de vacaciones.

Y eso me trajo a la memoria un post que quería poner y no puse, como tantos otros. Una reflexión ante la avalancha navideña. Como aquel pensamiento que tuve y quise postear y no lo hice que me salió cuando abrí la bolsa del primer y único panetón que compré en esta pasada fiesta (los demás me los regalaron). Cuando solté la cinta adhesiva de seguridad y abrí el plástico, mi pisito se llenó de un aroma dulzón. Agradable. Y esas partículas adheridas a mi pituitaria me trajeron recuerdos de tiempos pasados, de infancia y de Cusco, de regalos y mesa repleta. Así que, antes de zampar el primer mordisco a mi mitad de panetón - me correspondía la mitad - reconocí que las fiestas de fin de año, para mi, huelen a panetón.

Pero el pensamiento que recordé esta mañana luego de ver a la muchachilla de marras es que, ante la progresiva pérdida de encanto que las fiestas decembrinas van teniendo cada año en mi vida, reconocí que cuando era chiquillo la navidad y el año nuevo no me gustaban por si sólas sino que lo que realmente me fascinaba es que marcaban un hito. El inicio de unos largos tres meses en los que no tenía que hacer nada, salvo jugar. Navidad era el "inicio de las vacaciones" y traía juguetes nuevos al inicio y libros interesantes después. Digamos que, como todo, lo más importante no era la fecha misma sino lo que venía despues.

Cuando enero dejó de ser sinónimo de vacaciones y navidad dejó de ser un "punto de inicio" para convertirse en un feriado más que me implicaban muchas complicaciones y mucho gasto la magia se empezó a irse y a limitarse al aroma de un panetón que comes en buena y agradable compañía.

Por ahora en el estudio nos han suprimido las vacaciones. Lo cual no es intrínsecamenete malo. Raro es el abogado que, trabajando para otro, goce de todos sus derechos laborales. Bemoles de la carrera y, creo, de todo trabajo. Cuando vuelva a tener vacaciones, creo yo, volveré a tener navidades aunque estas no caigan en diciembre sino que sean los siguientes "puntos de inicio" de temporadas en las que yo no tenga más obligación que hacer mis abdominales. Y eso, sólo dos veces a la semana. Digo, es un decir.

jueves, 17 de enero de 2008

Me levanté

Hago dos sesiones de abdominales por cada semana desde hace tres semanas. Y sufro.

Al inicio no podía ni siquiera incorporarme. La fuerza sólo me alcanzaba para levantar ligeramente el torso. Al principio me dolía mucho el cuello ya que, ante la falta de fuerza en el músculo abdominal, mi cuello se tensaba hasta causarme persistentes dolores. Poco a poco dejó de dolerme el cuello y empecé a sentir que el músculo iba agarrando fuerza.

Hoy, por fin, pude incorporarme. Y no fue sólo una vez. Terminé la serie de treinta incorporaciones y me sentí feliz. Estoy volviendo a funcionar como un ser humano en actividad. Eso es bueno.

Para festejar este acontecimiento .... ¡¡¡¡no voy a volver a hacer abdominales hasta el martes!!!!

Digo, es un decir.

martes, 15 de enero de 2008

Esta no se la sabían

Por eso se las comparto.

Acá esta el tributo que el recordado grupo peruano "We all together" brindó al mártir de la medicina peruana.

Con ustedes: "Carrión"






Digo, es un decir.

Volver a decir.

El otro día llegué a la oficina, prendí la computadora, inicié el firefox y abrí el gmail. Tenía un comentario en Digo. Eso sorprende, son pocos los comentarios que tengo en Digo, creo que no soy el "comentario kind of blog". Yani me sorprendió con un comentario que sinceramente no esperaba. Me echó algunas flores y yo recordé que en los últimos días había pensado que mi blog, mi querido Digo, tal vez no sea un buen blog. Total, ya casi ni escribo. Ni siquiera cumple el papel catártico que alguna vez buscó tener ... y no lo consiguió. Hacía tiempo que no me sentaba a escribir algo que no sean noticias o jerigonza legal.

El comentario de Yani me sacudió. E hizo que me dé cuenta de que si algo tiene Digo que puede motivar comentarios agradables es quizá lo único de lo que esta lleno: mis cavilaciones (que algunas no llegan siquiera a categoría de razonamientos). Y hacía tiempo que no cavilaba. Estaba poniendo videos, comentando noticias, como dirían los brasileños: "pura pipoça".

Gracias, Yani. Gracias por la visita y por el comentario (si es que algún día vuelves a pasar por acá). Gracias por que nos sacaste, a Digo y a mi, de esa molicie que evitaba que dijera cosas por decir. Gracias por darme nuevamente ganas de poder tener algun dicho, sólo por decir.

¿Cuando te das cuenta de que te estas volviendo viejo?

Cuando descubres que estas tomando con tranquilidad, con perfecta y fria racionalidad, situaciones que podrían ser, tranquilamente, todo un desastre emocional. Te ves al espejo y no te ves ojeroso, flaco, cansado, angustiado, echo una mierda. Al contrario, te ves como ayer, como en la mañana. Te ves viejo. Alguna voz le dice "madurez", yo siento que estoy algo más viejo que ayer.

Viejo y solo. Digo, es un decir.

lunes, 14 de enero de 2008

Bye Bye Beer

El sábado, como casi todos los sábados, salímos con mi pata Ernesto. La elección de esta vez fue El Sargento Pimienta. Hacía muchos, muchísimos años que no iba al Sargento, desde aquella vez que me nos dimos cuenta que de noche todos los gatos son pardos. En fin, mucho que contar y poca intención de hacerlo.

Nuestra primera felicidad fue económica. Habíamos oído que el Sargento cobraba cover. trece luquillas para ser exactos y por ello nos acercamos a la puerta billeteras en ristre. Nadie nos pidió nada y eso fue motivo de la primera alegría. El Sargento pagó, para qué. Pero lo que no pagó fue la chela.

Nos ofrecieron dos Barenas de 650 ml a 17 lucones. Lo cual me pareció un precio razonable considerando que en otros lados una jarra de sabediosquechela más agua te la cabecean al mismo precio. Pero ... la Barena es lo peor que he tomado en los últimos meses (y eso que he tomado algunas cosas, eh?). Estaba helada pero era demasiado suave, demasiado ácida, demasiado light, demasiado sin gracia. Hubiera cambiado todo ese botellón de 650 ml por una buena botellita de Pilsen. Si existiera la posibilidad en el Sargento de pedir otra marca de chela, la noche hubiera sido redonda.

La Pilsen nos la tomamos en otro huequillo barranquino al que estamos cayendo regularmente. Pero fue en ese momento, justo cuando apurábamos el segundo vaso, que caimos en cuenta en toda la enormidad de la evidencia. La cerveza dejó de emocionarnos. Y ojo, no es que tomemos todos los sábados hasta perder el control de los esfínteres - aunque a veces dan ganas, de embriagarse, se entiende -, pero de que tomamos un par de buenas chelas, las tomamos. De pronto nos dimos cuenta que el líquido dejó de ser agradable, refrescante, embriagante y empezó a ser, únicamente, embotante. La sensación que tenemos luego de una botella de cerveza es sólo la de una mayúscula hinchazón abdominal. La botella la terminamos tomando de compromiso y por no votar, más aún, la plata a la basura.

Creo que va a ser motivo para que empecemos a tomar más pisco en el Bolivarcito. Eso si pone ... aún. Digo, es un decir.


Pareciera que no bloggeara ¿no?

Pero estoy que bloggeo más que nunca. Obviamente no en mi querido y entrañable Digo. Pero tengo otro bebé que, por estar referido al amor de mi vida, ocupa todo mi oficio bloggeril. Y va bien, para los pocos meses que tiene ya esta reconocido en los ránkings y en algunos de los círculos "especializados" por llamarlos de alguna manera.

Y ojo, a diferencia de otras veces no es que no tenga que postear, tengo muchas ideas. Tantas que incluso cuando me siento con la intención de hacerme una para "Digo", termino desistiendo ante la avalancha de ideas que recuerdo que me hacen sumamente difícil el tener que escoger una para postear.

En fin. Por lo pronto este pequeño post está para decirle a este, mi querido blog: "Digo": sigo vivo y bloggeando. No te he olvidado pero si te he sido infiel. Y lo que es peor, también con el otro soy feliz. Digo, es un decir.

lunes, 7 de enero de 2008

Alucinante 2



Yo quiero uno igualito.

jueves, 3 de enero de 2008

En la oficina, cualquier cosa saca una sonrisa 4

La elecciones primarias estaduales en EEUU y la ventaja de Barack Obama en las encuestas trajo el tema a colación.

Barack Obama, por si no lo conocían.

Abogado 1: Obama lidera las encuestas.
Abogado 2: Si, es verdad, en Iowa ¿no?
Abogado 1: Si. Eso me alegra mucho. Yo quiero que Obama sea presidente.
Abogado 2: ¿Si? ¿Por qué?
Abogado 1: No sé, me cae bien. Además, es un negro ... presidente. Por fin.
Abogado 2: Si, pero Hillary Clinton también va ... y ya que hablamos que sectores no representados en la presidencia, pues ella es mujer.
Abogado 1: Si, pero ¿qué quieres que te diga? Entre el negro y la mujer ... prefiero al negro.