viernes, 29 de febrero de 2008

El post del 29 de febrero

Del 29 de febrero del 2004 no recuerdo absolutamente nada. Seguramente lo pasé estudiando o repasando mi exposición para el examen de grado que lo dí el 12 de marzo de ese mismo año. No trabajaba y vivía en Miraflores con mi hermano Daniel. Algunos días iba a almorzar con Alvaro y la gente y varios otros días terminábamos cheleando en las noches. No tenía enamorada y visos de tenerla ya que mi última confusión había terminado malamente semanas antes. A mis amigos del día a día de ahora - que resultan ser los amigos del día a día hace ya muchos años - no los frecuentaba tanto como ahora. Ernesto tenía enamorada y aún estaba en la universidad y con Christian no tenía comunicación hacía meses. Era un tiempo aburrido, para qué.

A lo que iba era que yo no sabía lo que era un blog ni mucho menos tenía uno. Pero hoy si. Y como no tengo la menor idea de lo que será de mi vida el próximo 29 de febrero (del 2012) - ni siquiera si es que estaré vivo - creo que esta la oportunidad imperdible de tener un post del 29 de febrero. Tal vez sea el único.

Esa fatalidad del tiempo que se va y no vuelve es un regalo - entre tantísimos otros - de mi padre. Recuerdo que un día en mi infancia, allá por los tiempos cuando Cusco era una ciudad linda y acogedora y no la olla de grillos que parece ser y los cusqueños éramos gente agradable y amistosa y no el puñado de irracionales que hoy se ve, mientras veía el reloj negro de marco blanco colgado en medio del comedor le dije: Pá: ¿te has dado cuenta que cada segundo pasa y para que pase otro igual tenemos que esperar un año entero? Osea, para que vuelva a ser las 3:43 pm con 32 segundos del 15 de junio - por poner una hora y fecha cualquiera (vamos que no pretenderán que me recuerde la fecha y la hora también) - tengo que esperar un año entero.

Mi viejo, que estaba trabajando en algo, levantó la mirada y me dijo con su voz entre ocupado, fastidiado por la interrupción y ternura hacía el nene que era, que cada segundo que pasa se va y ... no vuelve nunca. Por que las 3:43 pm con 32 segundos del 15 de junio de 1987 jamás volverá - como que no volvió -. No se exactamente qué pensé pero estoy seguro que, si esa expresión hubiera pertencido a mi léxico en ese entonces, mi exclamación fue un equivalente a un "a la mierda!!!!!".

Cuando siento que el tiempo pasa aún recuerdo la frase de mi viejo. Entre muchas otras, debo decir.

En fin.

Ayer mientras conciliaba el sueño en el incómodo asiento del avión de LAN que me traía desde Trujillo, pensé que tenía que postear mi continuo asombro (que ya dejaría de ser asombro por que siempre que viajo lo pienso) por cuán genial inventó resultó ser el avión. Es lo máximo. ¿Que porqué lo digo? Bueno. Ayer me desperté en mi cama - el mejor lugar donde puedo despertar -, almorcé en Puerto Malabrigo a unos 650 kilómetros al norte de mi casa y cuando volví a reposar mi cabeza y conciliar el sueño .... estaba en mi cama. Gracias al avión no tuve que extrañar la mullidez de mi colchón ni el calor - ultimamente demasiado calor - de mi pisito.

Pero esta no es la primera vez que lo pienso. Recuerdo cuando, la vez que me tuve que ir a Tumbes, me encontré almorzando un arroz con mariscos en Huaquillas, Ecuador, y pensaba ensimismado, mientras negaba rotundamente que el monito intente echarle ketchup a mis mariscos, que si bien estaba en Ecuador, esa noche yo iba a dormir en mi casa. Como que efectivamente lo hice.

A estas alturas, ya tengo para cambiar un pasaje nacional gracias a las millas acumuladas. Las dos idas y vueltas a Argentina del año pasado me salieron a cuenta.

Cambiando de tema, la Universidad Católica por segunda vez en sus mas de 90 años de vida me volvió a admitir como su alumno. Ahora voy a llevar la maestría y espero que me trate mejor. Por lo menos yo tengo una mejor disposición hacia ella y, sobre todo, una mejor idea sobre lo que realmente quiero lograr. Aunque eso es relativo por que las cosas cambian. Pero lo que realmente ocupa mi mente no es tanto las ideas y los propósitos sino las gracias a la vida por el sempiterno apoyo. Me siento aún más endeudado.

Y bueno, creo que con eso ya tenemos bastante por este 29 de febrero.

Claro que podría escribir más pero ... el gusto está en saber cuándo parar ¿no? Digo, es un decir.

jueves, 21 de febrero de 2008

Cuando te tienes que abrir ... te cierras.

Te lo juro, macho, por mi madrecita que yo tenía todas las ganas de verme el eclipse de luna. Hasta había consentido dejar de ver por unos minutos a mi esportin querido que ganó con mucha suerte para subir a la terraza y ver a la luna teñirse de rojo.

Las bolas.

No vi nada. El cielo de Lima, tan despejado en verano cuando se trata de colaborar con tu cancer de piel durante las mañanas, ayer se cerró y tercamente no dejó ver ni un cachito de luna. Esa bola blanca luminosa que vi ayer era el faro del parque de atrás de la casa y, no, no tuvo ni tendrá eclipse.

Mas, mientras a mi esportin querido le metían - y los anulaban- tres goles, recordé la vez que vi un eclipse lunar. Debió ser el 88 o el 89. Yo aún era chiquillo y vivía en Huancayo. Un Huancayo de épocas de terrorismo y escasez. Pero en fin. Recuerdo que mi casa quedaba en un primer piso independiente y que en el segundo vivía una tía mia con mi prima y que esa noche mi viejo, mi hermano medio y yo subimos a la casa de la tía para cenar y para ver el eclipse. Hacía frio, mucho frio y todos estábamos encasacados.

Y así, en un largo y aburrido proceso que duró toda la noche, nos levántamos de frente del televisor e ibámos a ver a la luna que se iba poniendo, poco a poco, totalmente roja.

A mi me pareció un fraude, macho. Yo entendia un eclipse lunar de la misma forma que un eclipse de sol y esperaba ver cómo la sombra circular iba a ir tapando progresivamente todo el sátelite hasta que no se viera nada de él. Pero no. Por el contrario, la luna se puso roja y eso me pareció una estafa. Y aunque me dijeron que los eclipses de luna son así, con luna roja, yo no me sacaba de la cabeza que eso no era verdad y que un verdadero eclipse sólo se puede llamar así si es que el astro desaparecía. Que lo que yo había visto era un vil engaño y no un eclipse con todas las de la ley.

!Ya no hacen los eclipses como antes! fue mi idea al irme a mi cuarto a dormir. Y de esta frase si me acuerdo bien por que me sigue causando gracia.

Y creo que algo de razón tuve por que en los de hoy, veinte años despues, ya ni siquiera hacen eclipses que se puedan ver. Digo, es un decir.

jueves, 14 de febrero de 2008

Con palo no vale, Valentín.

Empecemos por la premisa principal, macho. Al igual que todo el mundo este día no me quita el sueño tal cual día. No lo hizo cuando me encontró inmerso en alguna relación y no lo hace hoy que lo paso sin estar metido en una relación. Okey. Punto uno aclarado y pasamos a lo demás.

Sin embargo me pareció que hacer un post declamando el poco aprecio que le tengo a la fecha como fecha era ir con la corriente. Me hizo recordar, como muchas cosas de la vida me hacen recordar, a una tira de Mafalda, esa donde Miguelito declara que no ve televisión por que no quiere ser un número más en las estadísticas dentro del rubro "personas que están viendo televisión en este momento" y Mafalda, aterrizadora cruel ella, le informa que ya forma parte de las estadísticas dentro del rubro "personas que no están viendo televisión en este momento". Es decir, si eres un romántico comercial y celebras 14, pasas a ser del montón aquel formado por "las personas que se compran el cuento". Y si por otro lado, no celebras 14, pasas a ser del montón aquel formado por "las personas que no se compran el cuento". Te pares dónde te pares no vas a poder asumir una postura original o diferente. Acá no hay medias tintas.

En ese orden de pensamientos, la idea de ser uno más que haga un post diciendo exclusivamente que no celebra 14 me disgustó y decidí, en un arriesgado intento de ser original, que mi blog ignore la fecha así como ignoró muchas otras. La indiferencia iba a ser el rasgo distintivo de mi opinión respecto al 14. Pero ... no sé. Cómo es la vida que justo el día de hoy, que debía ignorar, me dieron ganas - y tiempo - de postear.

Por ello es que inicio el problema proclamando mi posición y definiendo en qué pelotón escojo estar para agotar ese tema ahí y no hacer de este post justamente aquello que no quería hacer.

Hoy mientras regresaba del Callao, a dónde tuve que ir por una incómoda diligencia, me puse a pensar en la celebración que exultaba la ciudad. Ya habían orgullosas mujeres con globos de todo tamaño, forma y color y algunas flores. Pensando en lo incómodo que debe resultar caminar por la La Marina a las cinco de la tarde cargando un ramo de rosas y con toda una tarde planeada por delante me di cuenta que en mi no queda ni una sola gota de nostalgia - ¿Será líquida la nostalgia? - por esos trances. Hasta se podría decir que estoy algo aliviado de no tener que participar del rito.

Son pocas las veces que regalé flores, no llegarán a diez. Pero, por el contrario, cada flor regalada significó todo lo que una flor puede significar. Regalé rosas principalmente, pero también claveles y girasoles. Nunca lo hice por el nimio hecho de "tener un detalle" sino que lo hice por que me nació de la entraña. Y si bien de chiquillo intenté ser un estilo de romántico clásico, la persona que me sufrió en esa época podrá dar fe que fueron intentos terribles, acartonados y poco eficaces. Claro que eso no quita que la ternura provoque una sonrisa cuando recuerdas, luego de diez años, aquellas torpezas. Y es que esa es la palabra. A mi estas cosas premeditadas, preplaneadas, canonizadas, me hacen actuar torpemente por que limitan al máximo la pobre capacidad de improvisar que tengo. Con todas esas termino actuando con la ternura y el romanticismo de Robocop.

Es me hace recordar otra cosa y es aquella vez que paseando por Larcomar con mis padres - sólo con la visita regular de mis padres iba a Larcomar, lugar que suelo evitar constantemente - vi a una joven parejita sentada en una de esas mesas que están no dentro del restorán sino afuera, en la plaza donde la gente camina. Ni el muchacho ni la niña tendrían aún 18 años, la bisoñéz se les notaba en los ojos, en las manos, en el nerviosismo. Pero tal parece que el muchacho - o la muchacha - se había esmerado y había roto la billetera por que estaban sentados en el Mangos ante una mesa pequeña suculentamente servida. El tenía un plato de Lomo o Cuadril - no recuerdo bien - y ella luchaba con un gran club sandwich que evidentemente no quería. La cara de compromiso en ambos era grande como la mar. Ella másticaba y en cada movimiento se notaba que maldito si quería comerse ese tremendo sandwich y que sólo lo hacía por que no se atrevía a rechazar la invitación. Y él comia preocupado sin saber qué se estaba comiendo y sintiendo la enormidad de la evidencia que su parejita estaba igual de incómoda que él. Yo sonreí por la lástima que me inspiró. Tener la certeza de que ellos entraron a comer ahí no por que realmente quisieran comerse algo ahí sino por la idea vertida de que, para celebrar lo que fuese que estaban celebrando, tenían que ir a comer a algún sitio especial y romper la exigua billetera para ello. Seguir el manual de Becker, que de rimas sabría algo pero de gileo hace rato que dejó de funcionar.

Y es que a veces, macho, uno da las cosas por sentadas. Cuando me dijeron alguna vez que no importaban las celebraciones prefabricadas, dí por sentado que no iban a haber celebraciones prefabricadas. Grande fue mi sorpresa cuando, tiempo despues, me reclamaron precisamente por la ausencia de celebraciones prefabricadas. Y mayor aún fue mi indignación cuando todo el mundo - menos yo - sabían que "no me importan las celebraciones prefabricadas" significa en realidad "en esas celebraciones prefabricadas tienes que sorprenderme para que terminemos celebrando prefabricadamente". Lo cual me vuelve a hacer pensar que alguien tendría que escribir el diccionario "Mujer - Castellano, Castellano - Mujer".

Al inicio, lo escueto de mi billetera durante mi adolescencia hizo que los 14 de febreros sean fechas de paseo cerca de la casa de quien me padeció. Un año fue bacán, al año siguiente fue ya no tan bacán. Al tercero ya fue monse. El cuarto no llegó por que las cosas tuvieron su partida de defunción definitiva días antes de la fecha aunque, tú lo sabes, las cosas llevaban varios meses en UCI. Ese año el 14 lo pasé jugando taco con los muchachos.

La siguiente vez me hicieron un regalo simpaticón. Simple y bonito que guardé durante muchos años. Regalito que me agarró con las manos vacias y que motivó que, meses despues, ordenara mi primer Rosatel - uno de esos que realmente significaban lo que querían decir -. La inocente tarjeta de cartulina estuvo entre mis libros durante muchos años hasta que el temor a unas manos demasiado curiosas y a una furia descontrolada me hizo tomar la decisión dolorosa de tener que deshacerme de la tarjeta. Y es que para mi las sonrisas de la memoria no tienen por que interferir con lo que siente el corazón. En fin. Al año siguiente, siguiendo lo que aparece ser una costumbre mía, el tema se cerró días antes de la fecha.

De ahí pasé muchos años en blanco. Y cuando tuve de nuevo la posibilidad de pasar un 14 acaramelado - aunque sin celebración prefabricada - el trabajo, disfrazado de un amigabilísimo rostro delgado y barbado y a quien aprecio mucho más de lo que parece, me comunicó que tenía que irme, literalmente, a la frontera norte del país. La tarde de ese 14 lo pasé en la sala de embarque 18 del terminal de vuelos nacionales esperando que a las 5:45 saliera el vuelo rumbo a Tumbes. En Tumbes la plaza de armas estaba copada de gente. Parecía que todo Tumbes estaba allí, dando vueltas, riendo, conversando. Yo salí del hotel y me dí un par de vueltas extrañando mi casa más que a mi pareja. Luego me colgué un ratito del teléfono y mandé nostalgias por el hilo. De este 14, en el que no vi a mi pareja de entonces, mantengo el segundo regalo que recibí. Una tierna escultura de biscuit a quien, con los amigos de la oficina, apodamos como "El Cachetón" y que desde entonces reside en mi oficina y me mira desde lo alto del librero que tengo a la espalda.

En el último 14 de febrero que pasé recibí el tercer regalo de esta torpe historia. Iniciando el primer tiempo, Carlos Orejuela marcó el único gol de Sporting Cristal que así vencía a Sport Boys de visitante. Ese fue mi regalo. Lo grité. Claro que lo grité. Luego intenté arreglar los problemas que, a pesar de no estar planeados, nacieron de genial manera mucho antes incluso del gol de Cristal. Ese día los problemas y la pelea nacieron casi desde el saludo y es que hay días que están puestos ahí para que una pareja se pelee. No recuerdo en qué terminó todo. Quiero creer que se arreglaron los problemas y la noche terminó bien pero, en verdad, no recuerdo. Tal vez el nudo del asunto fue por que ella esperaba que sorprenda y yo, como ya confesé, dí por sentado que eso no era necesario. En fin.

Nunca he dicho que soy un sujeto ejemplar. Por el contrario, siempre he reconocido que suelo ser ... torpe. Aunque algunas veces lo soy más de lo debido o lo prudentemente correcto. Por eso hay veces que me pongo a hablar de la divina providencia cuando sólo quieren que me calle y escuche. En fin. Lo bueno es que me doy cuenta, peor sería si siguiera viviendo en la inopía y la inconsciencia creyendo que todo lo malo que pasa es por que soy salado o por que todo el mundo se confabula para engañarme cual genio maligno cartesiano.

Este año, fiel a mi "costumbre", el tango se acabó semanas antes de la fecha. Por eso este 14 lo voy a pasar trabajando y esperando que sea ya 16, día en que me voy a reencontrar con el amor de mi vida. Y por mientras, los dos goles que hasta ahora ha marcado el Cienciano me sirven para mantener la sonrisa en el rostro.

Aunque, ahora que lo pienso detenidamente, este 14 si tengo alguna nostalgia. Tengo nostalgia del siguiente pecho femenino que sostendré en mis manos y besaré mientras unos labios ansiosos como los mios musiten en mi frente que me permiten estar ahí, a pesar de mi torpeza, por que creen y sienten que para ambos es ese el mejor lugar donde tengo que estar.

Largo el post ¿no? Y bueno, tenía ganas de escribir.

Que la pasen bien y eviten las aglomeraciones, feliz 14! Digo, es un decir.

lunes, 11 de febrero de 2008

The hell in my back

Gonzalo no va a la playa.

En los diez últimos años, no serán cinco las veces que Gonzalo fue a la playa. Mayormente convencido por suaves y curvilíneas razones que le propusieron la idea y le insistieron "algo". Como decía el refrán de la abuela, esas razones jalaban más que un par de buenas carretas. Aunque, en la comparación, sigo dudando sobre la comodidad de las carretas. En fin.

La espalda de Gonzalo no recibe dosis altas de rayos del sol nunca. La piel de Gonzalo tiene un tono claro hace mucho tiempo. Obviamente, en la casa de Gonzalo no existe un bloqueador solar ni nada que se le parezca.

Ayer Gonzalo subió a la terraza a lavar su ropa. El calor lo obligó a sacarse el polo. Luego de un mes y medio de entrenamiento, Gonzalo ya no tiene tantos reparos para sacarse el polo.

Desde ayer en la tarde, la espalda de Gonzalo no hace otra cosa que recordarle que hacen años que no recibía sol. Esta enrojecida de la furia y Gonzalo no soporta la camisa del lunes.

Pobre la espalda de Gonzalo.

Gonzalo ya decidió comprarse un bloqueador solar y, sobre todo, lavar su ropa en las noches hasta que acabe el verano.

También está considerando la posibilidad de ir a la playa, por si vuelven a aparecer las mismas razones de siempre. Digo, es un decir.

viernes, 8 de febrero de 2008

¿Creativo? Si, cuñao

En la vida he llegado a conocer varios publicistas y demás profesionales de la comunicación. Incluso mi mejor amiga es publicista. Y debo reconocer que todos ellos son muy buenos en el arduo y nunca del todo bien poderado arte del "autobombo".

¿Que a qué me refiero? Muy simple. Todos ellos muestran la constante consciencia de ser muy buenos y aptos en todo. Todos y cada uno de ellos dominan los secretos escondidos de toda actividad humana que pueda resultar interesante y gratificante (aunque no rentable). ¿Escribir? Claro, no he conocido comunicador que no piense que escribe excelente. ¿Hablar en público? Claro, todos son desenvueltísimos. ¿Musica? Y, ellos conocen las tendencias y marcan el ritmo de la moda. ¿Moda? Sin dudarlo ¿Foto? Bueno, macho, son profesionales. ¿Video? Pero hombre, si el resto de mortales no saben distinguir un paneo de un zoom (que no lo sabemos). ¿Bacanería? Puf, claro, empezando con que trabajan en jean ¿manyas? ¿Posería? Pues claro, no te olvides que son "creativos". ¿Blogs? Uf. pareciera que la blogosfera la crearon ellos o para ellos. En fin.

Y aunque soy un convencido que la profesión de alguien no determina qué tan buena persona es, si debo reconocer que les deja una impronta en su accionar. Y, dependendiendo de ello, yo he ganado cierto ojo para distinguir publicistas, hasta en la escritura.

Y bueno, sé que yo tal vez no tenga mucha catadura moral para criticar sobre estos temas por cuanto mi cartón me hace pertenecer al grupo más fácil para la crítica, pero como este es mi blog doy rienda suelta a estas cavilaciones.

¿A que viene todo esto?

A que no entiendo cómo, macho, una fracción de esta gente tan bacán, no tuvo mejor idea que traer este año el grosero remake - repetición sería más adecuado - de una propaganda de televisión argentina para celulares. Más ahora que, con la globalización, Youtube, blogs y demás plumas del gallo deben ser poquísimas las personas en este país que no hayan esbozado, el 2007, una sonrisa con el "tema del verano" de CTI Mobil Argentina.

Es decir, yo sé que con Argentina hay un constante "toma y daca". Nos copiamos cosas suyas, y ellos se copian algunas cosas nuestras. Todo en una total hipocresía entre sonrisas y reconocimientos. Pero esto si me parece un suicidio. Es casí peor que la propaganda de Brahma "doblada al ecuatoriano".

Aunque, debemos reconocer en su descargo que se tomaron el trabajo de "doblar la canción al peruano" para eliminas los rastros de dejo rioplatense. También eliminaron algunas tomas donde aparecen los edificios de Mal del Plata - ante la inexistencia de una vista así en nuestro litoral - y tuvieron la gentileza de utilizar otras tomas para algunas partes. ¡Ah! y no podemos dejar pasar el detalle del cambio de la letra. ¿Cuál? Claro, en el argentino el estribillo es:

"Clavo, que te clavo la sombrilla"

y, en el peruano, es:

"Claro que te clavo la sombrilla".

Y bueno ... es la propaganda de Claro ¿no?

Es decir, un verdadero despliegue de capacidad e inventiva. Pero, en líneas generales, es el mismo comercial.

En fin.

A mi personalmente, me parece pésimo. Una razón más para mantenerme lejos de Claro.

Y ¿a qué venía toda la introducción sobre los publicistas? ¿Acaso ellos tienen la culpa? ¿Acaso pueden hacer algo ahora? Bueno ... no lo puedo explicar con solvencia, supongo que si. Es sólo que esa idea me estaba dando vueltas en la cabeza hace semanas y este post se apareción llanito para ponerlo. je.

La próxima hablo de arquitectos. Digo, es un decir.

Más pobrecitos aún.

Estos últimos días en que me he ganado varios dicterios me han convencido de que, en realidad, soy un pobrecito.

¿Qué es ser un pobrecito? Definitivamente no es una calificación económica - de la que salvo raspando - si no más bien cualitativa. Pobrecito vendría a ser aquel que no tiene nada que ofrecer, que carece de inventiva, que ... en fin. ¿Sinónimos? Pues, fantoche podría ser. Adefesio me parece más correcto. Bueno, de todas formas creo que me dejo entender.

Pero, siguiendo la línea de pensamiento, me he dado cuenta que hay gente que es más pobrecita que yo.

¿Por ejemplo?

Son más pobrecitos que yo aquellos que piensan que Miguel Mateos, Vilma Palma y los Enanitos Verdes hacen todo el "Rock Argentino". Y más pobrecitos aún son aquellos que creen que, si les suman a El Tri, Hombres G y Maná tienen todo el "Rock en Español".

Como ven, de otras cosas también salvo raspando. Digo, es un decir.

Nota: Por mi parte no soporto a Miguel Mateos, a Vilma Palma, a los Enanitos ni a Maná y ya me cansé mucho del Tri y de los G.

Lenguaje Chifa.

En este Perú de Alan García 2008 hay cosas peculiares que todos hemos sufrido. O es que acaso alguien me va a venir a decir que nunca entró a un buen chifa. ¿Y acaso en aquella situación nunca se vieron ante los dos chinos del chifa hablando en su idioma? ¿O hablando por teléfono? Y bueno ... son chinos ¿no?

Pero el problema no es tanto cuando hablan en chino. Claro que te pueden estar mentando la madre y tu ni cuenta te das. El problema, macho, es cuando intentan chapucear el español. Y si bien hay chinos chiferos que soy muy competentes en hacerse entender en castellano, hay otros que ni el paso de los años ni la mayor aplicación les facilitan lograr la articulación.

A media cuadra de la casa de un buen amigo hay, desde que yo conozco el barrio, un chifita tristón donde algunos incautos suelen apurar, también, algunas cuantas cervezas. Sin embargo la tristeza del local nos previno de entrar. En los 12 años que debo estar frecuentando esa cuadra, no debo haber entrado a ese chifa más de dos veces. Y las dos veces salí con ganas de no volver nunca más. Bueno, fue este chifita el que hace unas semanas anunció un sábado que no iba a atender. ¿Cómo lo anunció? Pues, como resulta lógico, mediante este anuncio.



Peculiar ¿no?

Pero no sólo hay que reconocer el esfuerzo sintáctico de hacer entender el mensaje sino, sobre todo, el esfuerzo de aparecer también competente ortográficamente como puede verse en la tremenda tilde que acentúa la palabra "atencíon"

Ahora, personalmente, yo me quedé en ascuas por que nunca supe qué pasó al día siguiente qué el chino muy gentilmente me pedía que esté atento.

Supongo que me perdí un ofertón de aquellos. Digo, es un decir

miércoles, 6 de febrero de 2008

Nene

Yo soy una persona con poca paciencia, macho. Ese era mi "motto": "tengo poca paciencia". Je.

Y entre las cosas que no entraban dentro de "mi paciencia" estaban los infantes. Desde que tengo memoria he tenido poco o nada de aprecio por los infantes y, salvo algunas situaciones donde tienes que sonreir para no herír susceptibilidades, siempre procuré estar lo mas lejos posible de sus irregulares y juguetones caminos ... y sobre todo de sus berridos.

En fin.

Y es que, en lo que se refería a mis propios hijos - que hay personas que me profetizan que no los tendré y mucho menos que llegue a conocer a alguna mujer dispuesta a convertirse en su madre - yo estratégicamente me saltaba la etapa de los berridos para encontrarme con un crio ya grandecito, a quien poder contarle cosas y conversarle y todas esas actividades que uno se imagina.

Sin embargo, un incidente reciente despertó en mi una fibra que creí inexistente. Luchito, que no es mi hermano pero es mi "hermano", tuvo a su primer nene y la visión de la linda criatura me hizo trasladarme por un momento a un escenario que yo no imaginé jamás. Viendo el sueño del bebe y sus ojos abrirse mientras encontraba una posición algo más cómoda que en la que estaba me imaginé - y me complací en la imaginación - de estar, al igual que Lucho a mi costado en ese momento, velando el sueño de un infante. Mi infante.

Pero bueno, el post no va a hablar de mis imaginaciones sino más bien del hijo de Luchito, mi hermano. Y es que, desde que lo encontré aquel día - décimo primero de nacido, lo recuerdo bien - durmiendo la constante siesta que eran sus días me sentí distinto, se abrió dentro de mi una ventana que me muestra una etapa que, lejos del fastidio con que la relacionaba, se aparece agradable. Ahora. No es que me apure ¡eh! Las cosas vendrán a su momento - si es que vienen, no se olviden que me mandaron la maldición de la soledad absoluta y la ausencia de descendencia - y en su momento se harán.

Ayer la vida me ha premiado con la posibilidad de ser el padrino del primer hijo de mi mejor amigo y caramba, macho, que me he emocionado. Como que me sentí un poquito más importante y con alguito más de responsabilidad que antes. Espero responder a esas expectativas. Quiero ser un buen padrino. Y bueno, aunque ello implique el participar en un rito del que no estoy en absoluto convencido, lo realmente importante es que puedo decir, con toda la seriedad, sinceridad y compromiso de que soy capaz, eso que me dijeron ayer.

Que, nene, si en algún momento llegaras a precisar algo, lo que sea. Cualquier cosa. Ten la seguridad que mi brazo estará ahí para ayudarte a salvar la distancia que te separa de ella. La total y completa seguridad. Y ustedes también, Lucho y Tessie.

Seré un Godfather .... and i will make everybody an offer they cannot reffuse.

Digo, es un decir.

martes, 5 de febrero de 2008

¡¡Chan Chan!!

- ¿Chan Chan?
- Si. Chan Chan.
- Y eso ¿qué quiere decir?
- ¿Ah?
- Que ¿qué signfica eso?
- Que se acabó el tango, macho. Qué más va a significar.

lunes, 4 de febrero de 2008

En el cambio de estación.

¿Sabes?

Hoy estuve pensando en aquella vez, creo que fue la última, en que me escribiste en el chat que yo tendría que ser bien iluso para pensar que la separación te ha afectado. Incluso te reíste. Y es que, más allá de si es verdad o no aquello que pusiste - que mis argumentos tengo para pensar que no lo es - esa bala dirigida a mi parte sensible no causó el efecto que quizá esperabas. Y es que en realidad a mi me alegraría mucho que no te haya afectado. Que tengas la capacidad y la posibilidad de ser aún más feliz. De encontrar alguien que te dé lo que yo no te dí y con quien puedas comulgar en aquellas cosas con las que conmigo no lo hacías. No quiero, bajo ningún punto de vista, que tu vida se vuelva un luto por que ya no estamos juntos. A parte de presuntuoso y arrogante me parece injusto. Posiblemente en algún momento tu alegría me despierte algún celo incomprensible pero también me despertará el raciocinio y entenderé que eso es bueno.

Y es que, aunque a veces sea difícil entender, yo no guardo reproche. Guardo un pequeño resentimiento por la infidencia y la falta de cariño que mostró. Pero también sé que tu agresividad es la respuesta que tienes al mundo que contigo fue tan agresivo. Que tu real sentir y pensar no están en esas palabras hirientes sino que las subyacen y, lo que es más peculiar, las contradicen. Pero yo no puedo convivir con esa agresividad general y absoluta de la que, ingenuo yo, me creí a salvo y quizá terminé siendo la principal víctima, sin enterarme.

Y es que, aunque tu razonamiento te haga recurrir a excusas elaboradas en las que tratas de entender el por qué del final, la verdad es una sola y es que dos personas necesitan compartir mucho más que lo que compartíamos tu y yo. Y si algún día ves en retrospectiva verás que es cierto, que lo que compartíamos no era consecuencia de lo bien que estábamos sino que era el requisito para que podamos siquiera pensar en estar bien. Y eso no es sano. No es sano por que es falso y al ser falso se iba a doblar cual lata de aluminio apenas el peso aumente. Por eso es que estoy convencido que fue la decisión necesaria, más allá de quién, cómo, cuándo y dónde la tomó.

En algún momento yo pensé seriamente en cargar todo el compromiso ¿sabes? Y lo planee y lo estudie y lo acepté y hasta empecé a hacerme a la idea. Era ese tiempo donde las cosas que teníamos eran geniales por que eran consecuencia del mucho cariño que cultivamos. Sin embargo, más allá de asignar responsabilidades, hubo un momento en el que esas cosas geniales dejaron de ser consecuencia de lo bien que estábamos y se empezaron a poner como las causas para que estemos bien. Repito la idea por que me parece clave. Esa reversión en los papeles no me terminó de llenar. Quizá fue en ese momento en que dejé de cargar el compromiso. Así como la decisión de hacerlo la tomé en silencio y no te enteraste sino hasta semanas después, la decisión de no hacerlo también la tome en silencio y no nos enteramos sino hasta que ya era evidente que las cosas no iban a seguir.

Sé también que quizá por mucho tiempo no merezca de tu parte sino los más agrios epítetos y los más dolorosos dicterios que puedas crear. Lo acepto. Eventualmente me enteraré de ellos. Y es que quizá, en una visión más objetiva distinta a la mía y a la de las poquísimas personas que creo, sólo creo, que me estiman, las merezca todas. Dicen bien que el infierno esta lleno de buenas intenciones y yo te juro por la madre que me dio a luz que, en efecto, sólo he tenido buenas intenciones. Intenté crear realidades paralelas, mentiras estratégicamente colocadas para satisfacer todas las curiosidades, caprichos y morbos. Todo para mantenerte encerrada en una burbuja de la cual saldrías en algún momento a un escenario agradable, apacible y sin hostilidad. Pero no conté con lo esencial y es que asumí sin consultarte que tu también ibas a pensar que esa burbuja iba a ser un lugar cómo para ti. Que no lo fue. Y pensaste que mis pantomimas también estaban hechas para engañarte a ti. Dijiste que antes ya te habían mentido y que por ello no confiabas en mi. Y tal vez ahora también pienses que lo hice. Pero no. Si ha habido alguien a quien no mentí en estos meses fuiste tu. Todos los demás se llevaron su cargamento de mentiras y silencios. Me terminé ahogando en mis buenas intenciones sin pensar en qué las fundamentaba. Y cuando vi, ya no había fundamento.

Tal vez te deba varias disculpas. Por no ser lo que, por cortesía y mínimo don de gente, tenía que ser. Por no hacerte sentir más veces lo que te merecías. Que te lo merecías ¿eh? Más allá de lo que aquellas personas acostumbradas a juzgar apariencias piensen, yo sigo pensando que te lo merecías y yo no lo dí. Mi error, lo sé. Por eso acepto los reproches de tu memoria y tu corazón, los acepto en silencio y los muerdo con resignación. No puede ser de otra manera.

En tus características y formas me gané el derecho a tenerte en mi nostalgia que, mira qué gracioso, recién varios días después me obliga a dejar salir aquellas lágrimas que nos debía y que mi supuesta "racionalidad" me negó la satisfacción de verterlas en el momento correcto. Si bien sigo convencido del tema y no me arrepiento de la decisión que tomé, la verdad es que la tristeza me agarró en estos días; me agarró desprevenido, distraído y no me abandona. Bien merecido lo tengo. Que miro a mi alrededor y las cuatro paredes de mi vida me denuncian que estoy sólo, las pocas caras que veo recurrentemente me hacen darme cuenta que dependo de ellas para mi salud emocional mucho más de lo que ellas jamás van a depender de mi. Que me siento un hermitaño y que nunca me dejé de sentir así. Porque ¿sabes? contigo a mi lado también me sentí sólo y sé que tu también te sentiste así en mi compañía. En estos últimos días mi refugio, en donde no había conocido un sólo día triste, hasta ahora, se volvió la suma de esas realidades y me enrostró mi individualidad, aquella que hoy por hoy es la equivalencia de la tristeza que tengo. Esto que vivo hoy es una situación que busqué y, lo que es peor, pienso que es la correcta.

Hoy ocupas en lugar privilegiado el parnaso y la compañía que tanto detestaste. Lo siento pero no lo puedo hacer distinto. Más sí debo darte una confesión y es que te has convertido en mi nuevo paradigma, increíble ¿no?, en virtud del cual terminaré calificando todo lo venidero que conozca y que pase por mis manos. Se compararan pues en tu sonrisa, en tu calidez, en tu ternura y en tu ardor como, por más trillado que resulte el símil, las olas se estrechan ante el acantilado.

Te debo una gratitud, que te la tengo desde siempre, te debo una disculpa que algún día, cuando las cosas sean propicias, te la sabré dar y te debo mis mejores deseos. A diferencia de un amante despechado está fuera de mi cabeza el pensar que lo bueno de tu vida se acabó con mi salida. Por el contrario, soy un convencido que lo bueno de tu vida recién va a comenzar ahora que ya no estoy en ella. Que los motivos para que sonrías son mucho más valiosos que mi simple y anodina presencia.

Tal vez el saber que me choqué de narices con mi propia limitación y la conciencia de mi infelicidad te causen algún sentimiento alegre de venganza realizada. Estas en tu derecho, creo yo. Yo aún no me termino de entender y aunque es cierto afirmar que he de buscar hasta debajo de las pocas piedras que me anime a levantar para ver si encuentro aquella compañía con la que no sienta más soledad - ni se la cause yo a ella - también es cierto decir que hoy por hoy no me tengo muchas esperanzas.

Lo gracioso es que, cavando en mi corazón y mi consciencia, mi deseo más fuerte respecto a esta etapa de cambio que vivimos no se refieren a mi. No es el encontrar rápidamente una tranquilidad ni encontrar la compañía que encaje con mi soledad. El deseo más fuerte es para ti. Deseo que vayas bien, con buen viento, con buena velocidad, hacia el punto donde vas a estar mejor, donde vas a ser feliz. Se feliz y has las cosas en pos de ello. Cuidate y escoge bien.

No deseo nada más. Salvo, quizá, dejar de sentir esta nostalgia y esta tristeza que hace días me tiene atrapado. Pero ese camino lo debo caminar sólo, tal como yo lo escogí.

Gracias, perdóname ... y adios.