lunes, 8 de setiembre de 2008

Enrumbado.

Simplemente aguzo la vista y pienso. Las cosas podrían ser diferentes. El mismo pensamiento tras una nueva agudeza de vista. Es un constante pasar y pasar y repetir y repetir las mismas reacciones, la misma mirada, la misma sonrisa, el mismo giro, el mismo ángulo y la misma inclinación.

A veces me siento sorprendido, a veces no. A veces pienso en lo diferente y otras en lo igual. Las manos fijas en el volante pensando más en lo que no tienes que en lo que lograste y el camino adelante ... borroso. Con las plumillas avanzando a un ritmo que no logra encajar en esta fina garúa limeña, fallido intento de imitar lluvia, ya que o va muy rápido que hace chillar el vidrio o muy lento que no evita que se junten demasiadas gotas.

Y sigo pensando mientras esquivo los parches de las calles de esta ciudad llena de baches, la imposibilidad de que un carro ruede sin que encuentre en su paso motivos de golpe, salto, giro y esquivo.

Las cosas podrían ser diferentes.

Pero ... ¿quiero realmente diferencia?

El pentagonito se alza como una mole negra y oscura. Se adivina su presencia más que verse su silueta. El héroe lanza el grito al cielo nublado, brumoso, pluvioso. Los últimos rompemuelles golpean las ruedas del vehículo y yo siento ya el calor del heater que sin decir ni una sola palabra me clama a gritos su frustración en la imposibilidad de calentar adecuadamente un ambiente. Hace frio y no estas. Las cosas podrían ser diferentes.

Mientras espero que los ojos se me cierran, volteo buscando el lado más fresco de la almohada y me olvido de todos y de todo. Ahí ya no quiero diferencia, sólo quiero pausa. Sueño con decisiones tomadas y que no cambiaré, sueño con lugares añorados y que no visitaré, sueño con personas cercanas y otras no tanto. Sueño que manejo sin tener que evitar baches. Las cosas podrían ser diferentes.

Despierto con pesadez abdominal y deseo no despertar. Mezcla de cansancio y aburrimiento me aplastan a las sábanas tantas veces acomodadas y vueltas a acomodar y tantas veces arrugadas y vueltas a arrugar, bajo el calor facil del edredón y de espaldas a la vida que me llama desde cuatro metros. La rutina no me mata, me mata la incertidumbre. Si todo fuera igual no habría problema pero ... todo es distinto cada día. Las cosas son, paradójicamente, diferentes.

Vuelvo a salir y vuelvo a aguzar la vista, la misma mirada, la misma sonrisa, el mismo giro, el mismo ángulo y la misma inclinación. Y a veces, sorprendido, me sorprendo que no me importa que me sorprendan o me sienta sorprendido.

Need a vacation. Digo, es un decir.

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