martes, 16 de setiembre de 2008

Placeres

Existen placeres que nadie reivindica.

Y eso se debe no sólo a reparos de conservadurismo o de cierto pudor hedonístico sino a que, en algunos casos, nadie les presta atención.

Ayer me tope con uno de ellos que, casi omnipresente, recibió alguna vez un pensamiento de mi parte pero, siendo éste tan breve, no prosperó a hacerse una opinión. Pero ayer fue diferente. Volví a disfrutar el placer y decidí no volverlo a ignorar.

¡Que cosa tan buena de rica y agradable es meterse a la cama!

Y si, luego de varias horas de oficina y muchas horas de manejada, acostarse y abrigarse es un verdadero placer. Ya sea sólo o acompañado (y si, algunas veces me acompañan), prepararse para el reposo de la carne (la mas de las veces) es una situación que merece disfrutarse.

Ahora tampoco veo las horas de llegar a mi casa, sólo para poder acostarme. Digo, es un decir.

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