Usualmente es fácil ir a ver un partido del Cristal.
Usualmente no hay mucha gente, sólo la necesaria. Consigues un buen sitio sin tener que ir muy temprano, no es tan peligroso llegar ni salir. En fin.
Ayer llegué al estadio sólo tres minutos antes de que empiece el partido y, lejos de lo que me imaginaba (poca gente, nada de colas) considerando que nos habíamos alejado del campeonato y que habíamos perdido el último partido, me encontré con larguísimas colas, un huevo de gente, hartos revendodores, hartos zampones, policias paranoícos, caballos resoplando, alguno que otro choro por ahí. En fin. Tres veces la cantidad de gente que usualmente va.
¡Carajo! - pensé - Y eso que perdimos, imáginate si le hubieramos ganado a las gallinas.
Luego me sentí feliz de ser parte de una hinchada que es recontra seguidora y termina llevando más gente que los otros equipos populares.
Entré al estadio 15 minutos despues de iniciado el partido luego de hacer una larga cola para comprar la entrada y otra larga cola para pasar los controles. Ya adentro me encontré con lo que temía: no había dónde sentarse.
Okey, si había dónde sentarse pero no había. ¿Caspisci? Osea, quitando las partes bajas de la tribuna que están tapadas con las banderolas que colocan ahí y el quinto de tribuna separada para la hinchada visitante, sólo quedaba ponerse bien al costado, casi pegado a popular y con una pésima vista. Así que opté por hacer algo que no hacía hacia años (nótese como caigo en la cacofonía redundante sin que me importe un pito): me metí a la barra.
Y ahí tuve que ver el partido saltando y cantando luego de casi tres años. Grité dos goles y me canté todas las que me sabía - que no fueron todas las que se cantaron por que algunas, sólo algunas, eran nuevas - y cuando salí me di cuenta que todavía tengo la garganta de barrista y que eso de gritar incoherencias por 90 minutos termina siendo una buena catarsis.
Contento y exhausto encaminé el rumbo a mi pisito donde me limité a almorzar y tumbarme en mi cama.
Y quien lo diría. un día volví a la barra ... y creo que voy a regresar pronto.
Había sido bonita la barra, caray. Digo, es un decir.
Usualmente no hay mucha gente, sólo la necesaria. Consigues un buen sitio sin tener que ir muy temprano, no es tan peligroso llegar ni salir. En fin.
Ayer llegué al estadio sólo tres minutos antes de que empiece el partido y, lejos de lo que me imaginaba (poca gente, nada de colas) considerando que nos habíamos alejado del campeonato y que habíamos perdido el último partido, me encontré con larguísimas colas, un huevo de gente, hartos revendodores, hartos zampones, policias paranoícos, caballos resoplando, alguno que otro choro por ahí. En fin. Tres veces la cantidad de gente que usualmente va.
¡Carajo! - pensé - Y eso que perdimos, imáginate si le hubieramos ganado a las gallinas.
Luego me sentí feliz de ser parte de una hinchada que es recontra seguidora y termina llevando más gente que los otros equipos populares.
Entré al estadio 15 minutos despues de iniciado el partido luego de hacer una larga cola para comprar la entrada y otra larga cola para pasar los controles. Ya adentro me encontré con lo que temía: no había dónde sentarse.
Okey, si había dónde sentarse pero no había. ¿Caspisci? Osea, quitando las partes bajas de la tribuna que están tapadas con las banderolas que colocan ahí y el quinto de tribuna separada para la hinchada visitante, sólo quedaba ponerse bien al costado, casi pegado a popular y con una pésima vista. Así que opté por hacer algo que no hacía hacia años (nótese como caigo en la cacofonía redundante sin que me importe un pito): me metí a la barra.
Y ahí tuve que ver el partido saltando y cantando luego de casi tres años. Grité dos goles y me canté todas las que me sabía - que no fueron todas las que se cantaron por que algunas, sólo algunas, eran nuevas - y cuando salí me di cuenta que todavía tengo la garganta de barrista y que eso de gritar incoherencias por 90 minutos termina siendo una buena catarsis.
Contento y exhausto encaminé el rumbo a mi pisito donde me limité a almorzar y tumbarme en mi cama.
Y quien lo diría. un día volví a la barra ... y creo que voy a regresar pronto.
Había sido bonita la barra, caray. Digo, es un decir.
1 comentario:
Pucha, la barra...
Recuerdo tres momentos en los que estuve en medio de la barra...
Cristal 4 - Deportivo Quito 0 ...Gol de Marquinho... Apareci 10 escalones abajo...en un solo salto...pisandole la espalda a alguien, mientras mis patas desaparecian en la multitud.
Cristal 1 - Union Minas 1 El primer campeonato del tri con Oblitas... Saca Balerio hasta el area, pivotea Flavio y golazo del Chorri, 3 toques... apareci casi en la reja... alla, bien abajo.
Cristal 0 - Cruzeiro 0 Final de Libertadores... "casi" gol de Bonnet, igual apareci escalones abajo... la entrada me costo 5 lucas.
Y si, es una buena catarsis... hay que cuidar nomas de no caer en medio de los conciertos de patadas que hay de rato en rato, parte del ritual.
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