viernes, 25 de enero de 2008

La universidad pública

Entre las muchas cosas que me voy dando cuenta a medida que pasa el tiempo es que yo soy, tan pronto, un historiador frustrado. Me hubiera gustado seguir la carrera de historia y lo habría hecho si es que a mis 15 años hubiera tenido las cosas tan claras como las tengo hoy. Claro que eso es imposible por que no por gusto han pasado casi trece años. En fin. Tampoco es que me arrepienta de la elección pero, simplemente, me doy cuenta que hay cosas que me dan mucha más felicidad cuando me ocupo en ellas.

Pero el problema no está en darse cuenta que a uno le hubiera gustado hacer algo. El problema está si, una vez que te has dado cuenta de eso, no haces lo posible por lograrlo. Así que el año pasado decidí que este 2008 iba a ser el año de mi vuelta a las universidades. Por una parte tengo decidido y ya casi totalmente programado iniciar la maestría en la Católica y, por otro lado, decidí seguir la carrera de Historia. Total, la idea no es terminarla en cinco años ¿no? Curso a curso iría avanzando y de acá un buen tiempo ya no sería un historiador frustrado. Sería simplemente (y genialmente) un historiador.

Todo muy bonito. Sin embargo, como todo plan, esos sueños requirieron confrontarse con mi billetera y la prioridad de esta es, definitivamente, la maestría. Es que la maestría yo la veo, más que como un tema académico (que lo es), como una inversión. Ya contaré cómo es que me perdí una oferta por no estar matriculado siquiera en una. Incluso siendo alumno de maestría se me abren puertas a algúnos puestos que, vistos fríamente, superan hasta en un 50% lo que gano ahora. Por ello el desembolso prioritario de la billetera iba a ir a las arcas de la Católica. ¿Y la Historia? Bueno. Ahí tenía dos opciones. O la seguía en la Católica (lo que implicaba que volviera a llevar cursos en Letras y me pelee por los horarios y pague una boleta adicional en la máxima escala posible) o la seguía en otra universidad. La cátedra de Historia en Lima la dan la Católica, la Villareal y San Marcos. Descartada Católica, la opción a escoger era definitivamente San Marcos.

Y la idea no me pareció para nada desagradable. Revalidaba mis cursos y estudiaba en dos campus que son, prácticamente, vecinos. Viví muy emocionado los últimos meses del 2007 con la idea de iniciar mi segunda carrera, la profesión escogida, aquella que iba a ser la que me daría las más íntimas y personales satisfacciones profesionales. Cantaban los pájaros, florecían las plantas, el sol brillaba (pero no quemaba), el cielo era azul y yo andaba hecho un imbécil saltando como Heydi mientras pensaba en que el camino universitario por fin (trece años despues de que ingresé al mismo) se me presentaba tentador, agradable e interesante.

Así que esperé con mucha alegría el día que iba a ir a dar mi examen de ingreso a San Marcos. Incluso estuve repasando algunas cosas. Aritmética, Algebra, Física. Total - pensaba - si ingresé una vez a la Católica, puedo ingresar cuantas veces quiera a cualquier otra. Pasó noviembre, pasó diciembre y llegó el 2008 que, como dije, era el año de universidad ... y terminó siendo el año del golpe.

Cuando entré a la página web de la decana los sueños se me hicieron añicos. Meses de planes y sueños se reventaron con un "plaf!" que me mandó la mandíbula al sueño y me quitó la reacción por segundos. El costo del examen de ingreso eran de S/. 1,200.00. Bueno, vamos por partes, los que postulan por primera vez pagan un monto mucho menor. Pero los que ya somos egresados nos jodimos por que nos enyucan un concepto de "prueba especial" por el que tenemos que pagar mil doscientos bataraces. Ahora, yo supongo que esa prueba especial te la deben tomar en el salón VIP del aeropuerto y con cuatro anfitrionas que te sonrien mientras marcas las bolitas de la tarjeta de respuestas (me acaba de entrar una duda ¿los exámenes seguirán siendo con tarjetas para marcar la bolita con lápiz o ya habrán inventado un método más moderno? Caray, me sentiría tan viejo si ya no habría que marcar la bolita. En fin.) pero lo más probable es que no sea así y que lo especial que tiene esa prueba especial es que tiene 10 preguntas menos que la otra y que cuesta como las onzas de oro.

Osea, por que soy egresado de otra carrera, me jodí. Y si yo no tuviera chamba y sería un hombre que deposita sus esperanzas en meterse a otra carrera que le pueda ofrecer las oportunidades que no tiene, qué hago. Osea, yo puedo pagar ese monto (aunque me dolería, la verdad) pero no me parece que sea adecuado. Menos aún si sólo es por el derecho a dar el examen (contemplando la eventualidad que no ingrese y me quede sin soga ni cabra). Se supone que San Marcos es universidad pública ¿no? Pero tal parece que esta actitud es general por que, la Villareal te cobra mil luquitas si eres egresado. Osea, todos a aprovecharse del pelotudo que tiene la intención de estudiar una segunda carrera en un país en el que la mayoría de la gente no entiende lo que lee, si es que lee algo más que el menú del día.

La pregunta sería ... ¿pero por que no postulas como cualquier otro mortal, te fajas como los machos en el examen regular y te ganas tu vacante a pulso calato? Bueno, pues por que si hago eso, no podría convalidar los cursos que llevé en la Católica. Osea, a soplarme de nuevo Mate 1, Lengua 1, Filosofía, Psicología y todos esos cursitos que pasé y que no pienso soplarme de nuevo. Vamos que si yo quería volver a la universidad era para estudiar lo que yo quisiera, no para volver a estudiar Letras de nuevo, con el problema que ahora ya no encajaría en ciclos iniciales. ¿Las razones? Pues un oscuro terno de lunes a jueves, dos entradas galopantes que liberaron mi cráneo de una buena parte de peso capilar y .... más o menos 20 kilos más. Es decir, no es para tanto, amigo.

Conclusión: este 2008 no empezaré al camino de la Historia.

Hoy, leyendo el feed del Comercio me dí además con la sorpresa que San Marcos cobra 800 lucas más a los que han ingresado por concepto de "constancia de ingreso". Osea, encima, si ingresaba, tenía que completar las dos luquitas y a ello hay que sumar las legalizaciones del título, las copias certificadas de los syllabus de todos los cursos que llevé, los certificados de estudio, en fin. A este paso, mejor sigo la carrera en la Católica y me evito todos esos trámites y esas molestias. Vamos a ver. Quien sabe y para el 2008-II vuelvo a llevar clases en Estudios Generales para completar los prerequisitos que me faltan (si es que me faltan) a pesar del terno, el pelo corto y los kilos de más (que van bajando poco a poco, no se lo crean).

Pero de que jode, jode. De reiniciar mi emocionante vida universitaria sólo he pasado a llevar una simple maestría, que encima no es la que yo estaba esperando. Pero, hombre, las inversiones son inversiones y los negocios son los negocios. ¿Mi negocio? ... seguir siendo abogado.

Ahora me pongo a pensar ... ¿si algún día llego a terminar Historia y se me da por ... veamos ... estudiar Literatura? ... ¿Cuánto me cobrarán? Digo, es un decir.




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