El otro día llegué a la oficina, prendí la computadora, inicié el firefox y abrí el gmail. Tenía un comentario en Digo. Eso sorprende, son pocos los comentarios que tengo en Digo, creo que no soy el "comentario kind of blog". Yani me sorprendió con un comentario que sinceramente no esperaba. Me echó algunas flores y yo recordé que en los últimos días había pensado que mi blog, mi querido Digo, tal vez no sea un buen blog. Total, ya casi ni escribo. Ni siquiera cumple el papel catártico que alguna vez buscó tener ... y no lo consiguió. Hacía tiempo que no me sentaba a escribir algo que no sean noticias o jerigonza legal.
El comentario de Yani me sacudió. E hizo que me dé cuenta de que si algo tiene Digo que puede motivar comentarios agradables es quizá lo único de lo que esta lleno: mis cavilaciones (que algunas no llegan siquiera a categoría de razonamientos). Y hacía tiempo que no cavilaba. Estaba poniendo videos, comentando noticias, como dirían los brasileños: "pura pipoça".
Gracias, Yani. Gracias por la visita y por el comentario (si es que algún día vuelves a pasar por acá). Gracias por que nos sacaste, a Digo y a mi, de esa molicie que evitaba que dijera cosas por decir. Gracias por darme nuevamente ganas de poder tener algun dicho, sólo por decir.
El comentario de Yani me sacudió. E hizo que me dé cuenta de que si algo tiene Digo que puede motivar comentarios agradables es quizá lo único de lo que esta lleno: mis cavilaciones (que algunas no llegan siquiera a categoría de razonamientos). Y hacía tiempo que no cavilaba. Estaba poniendo videos, comentando noticias, como dirían los brasileños: "pura pipoça".
Gracias, Yani. Gracias por la visita y por el comentario (si es que algún día vuelves a pasar por acá). Gracias por que nos sacaste, a Digo y a mi, de esa molicie que evitaba que dijera cosas por decir. Gracias por darme nuevamente ganas de poder tener algun dicho, sólo por decir.
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