Gonzalo no va a la playa.
En los diez últimos años, no serán cinco las veces que Gonzalo fue a la playa. Mayormente convencido por suaves y curvilíneas razones que le propusieron la idea y le insistieron "algo". Como decía el refrán de la abuela, esas razones jalaban más que un par de buenas carretas. Aunque, en la comparación, sigo dudando sobre la comodidad de las carretas. En fin.
La espalda de Gonzalo no recibe dosis altas de rayos del sol nunca. La piel de Gonzalo tiene un tono claro hace mucho tiempo. Obviamente, en la casa de Gonzalo no existe un bloqueador solar ni nada que se le parezca.
Ayer Gonzalo subió a la terraza a lavar su ropa. El calor lo obligó a sacarse el polo. Luego de un mes y medio de entrenamiento, Gonzalo ya no tiene tantos reparos para sacarse el polo.
Desde ayer en la tarde, la espalda de Gonzalo no hace otra cosa que recordarle que hacen años que no recibía sol. Esta enrojecida de la furia y Gonzalo no soporta la camisa del lunes.
Pobre la espalda de Gonzalo.
Gonzalo ya decidió comprarse un bloqueador solar y, sobre todo, lavar su ropa en las noches hasta que acabe el verano.
También está considerando la posibilidad de ir a la playa, por si vuelven a aparecer las mismas razones de siempre. Digo, es un decir.
En los diez últimos años, no serán cinco las veces que Gonzalo fue a la playa. Mayormente convencido por suaves y curvilíneas razones que le propusieron la idea y le insistieron "algo". Como decía el refrán de la abuela, esas razones jalaban más que un par de buenas carretas. Aunque, en la comparación, sigo dudando sobre la comodidad de las carretas. En fin.
La espalda de Gonzalo no recibe dosis altas de rayos del sol nunca. La piel de Gonzalo tiene un tono claro hace mucho tiempo. Obviamente, en la casa de Gonzalo no existe un bloqueador solar ni nada que se le parezca.
Ayer Gonzalo subió a la terraza a lavar su ropa. El calor lo obligó a sacarse el polo. Luego de un mes y medio de entrenamiento, Gonzalo ya no tiene tantos reparos para sacarse el polo.
Desde ayer en la tarde, la espalda de Gonzalo no hace otra cosa que recordarle que hacen años que no recibía sol. Esta enrojecida de la furia y Gonzalo no soporta la camisa del lunes.
Pobre la espalda de Gonzalo.
Gonzalo ya decidió comprarse un bloqueador solar y, sobre todo, lavar su ropa en las noches hasta que acabe el verano.
También está considerando la posibilidad de ir a la playa, por si vuelven a aparecer las mismas razones de siempre. Digo, es un decir.
1 comentario:
Ya tu te maleas, cinco en diez años! se nota que no te gusta nadita. Este verano yo estoy igual de pálida que tu, no he podido, no he querido, no he sentido el llamado. Raro no?
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