martes, 1 de julio de 2008

Un mes

¿Qué significa un mes?

Justo hoy, 1 de julio, se me dió por entrener este pensamiento. Vamos, es que ya pasó medio año ¿no? Algunas personas pueden pensar que es momento apropiado para hacer un "arqueo de caja" y poder evaluar cómo les ha estado yendo en todo este tiempo. Sin embargo, es gracioso que por más que los mecanismos de medición del tiempo tengan alguna referencia geográfica y espacial, si le das sufientes vueltas al tema te das cuenta que en realidad son tan relativos como cualquier otra cosa.

Un mes viene a ser, aproximadamente, 2'592,000 segundos. Es decir, una larguísima sucesión de momentos así de fugaces. Se supone que en doce de estos largos periodos de dos millones y pico de segundos la tierra da una vuelta entera a su órbita - elíptica para más detalle - pero eso tampoco es cierto por que ... no le achuntamos bien al cálculo y por eso tenemos que sumar un día más cada cuatro años. Es decir, cada año fallamos por seis horas y, hechas las divisiones, la falla mensual es de media hora. Un minuto al día. Y todo eso en una aproximación por que, como todo lo que es convencional, no responde sino a un acercamiento, a un "querer ser".

Sentimos entonces que los periodos diarios, mensuales, anuales no implican en sí mismos ningún significado de "ciclo" por que bien pudieron empezar en el momento dado en que empezaron como bien pudieron empezar en cualquier otro momento brindado por Dios. Es decir, el 1 de enero de cada año la tierra no se encuentra en un punto de su órbita que diga "Partida". Se encuentra en cualquier lado de la misma, es más, ni siquiera se encuentra en el mismo punto por eso que vemos de la falla de seis horas anual. Cada nuevo 1 de enero se encuentra, en el mejor de los casos, seis horas más atrás que lo que estuvo el año anterior ... si no es más, ... o menos.

Tal vez resulte estéril pensar en estas cosas ¿no? Tal vez diera la impresión que lo que he tenido es harto tiempo para observarme el ombligo y dedicarme a pensar tonterías. Pero lo gracioso es que no ha sido así. Este mes, con todo y la relatividad de su duración y lo convencional de su posición, ha sido uno de los más intensos que he pasado en mucho tiempo. Lo juro.

Todo ha pasado de una forma tan tranquila, tan pausada, como si siempre hubiera sido el ritmo natural de las cosas pero, lejos de eso, he tenido que dedicar horas preciosas a temas que me han retribuido en gigantescas proporciones el cariño que les puse. De tanto ocuparme en ellas terminé redescubriendo esa parte en mi que había olvidado. Despertaron nuevos intereses y nuevas promesas a futuro, un deseo constante y una esperanza latente.

Han pasado treinta días desde que inició junio y aunque el 1 de junio no marcó el inicio, cual combustión espontánea, de lo que fue mi motivo de atención en las semanas pasadas puedo señalar ese día como aquel en que empezó todo. Las cosas, sabido es, no nacen de un día para otro. Por el contrario, se llevan semanas generando. Algunas veces incluso meses o años (a pesar de la ya reiterativa idea de la relatividad de todos esos periodos). Pero como no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, llega el día en que tienes que empezar a vivir eso que has estado criando y que la vida - y tus particulares ocupaciones y actividades - lo fueron postergando de a pocos.

Entonces tuve que añadir nuevos puntos en mi, hasta ese entonces, ligera agenda, y de pronto, a medida que iban pasando los días y viendo que quería brindarle a mi nueva ocupación más tiempo y atención, tuve que abrir espacios y sacrificar algunos otros temas. De pronto las noches se fueron llenando de cosas interesantes y mi pasión largo tiempo aletargada fue saliendo, fue haciéndose concreta y llenando cada célula de mi ser. Largas horas en silencio, protegido de la lluvia que caía en la ciudad, me iban dando paso a reencontrarme ... a ser un poquito más aquel Gonzalo que el día a día fue escondiendo.

2'592,000 segundos han pasado. Muy probablemente hayan pasado más y seguirán pasando más a cada segundo (tautología que le llaman) y el efecto de decir ese numerote y no decir más simplemente "un mes" hace que se desvanezca como por acto de magia la intención de querer "arquear caja", como dije antes. ¿Que no? Bueno, si. Que si el numerote de marras fuera un número cerrado y redondo como, por ejemplo, 3'000,000 las ganas nos volverían. "Sería bueno hacer una evaluación de mi vida ahora que ya han pasado 3'000,000 de segundos". La muy humana actitud de querer establecer números redondos como puntos de partida o de llegada de algo. Claro que eso también es relativo por que como no hay nada escrito al respecto, puede haber una persona que válidamente le nazca de las entrañas el querer "arquear caja" al paso de 2'143,871 segundos. Ni uno más o menos. O, incluso, dos millones quinientos noventa y dos mil, alguno más o alguno menos.

Obviamente, la pregunta que se cae de madura luego de este mamotreto que me voy lanzando es: ¿entonces para qué diantres quiere alguien cuadrar caja en un determinado momento, bajo la ilusa idea de que "ha pasado un determinado tiempo" si estamos viendo que ese "determinado" tiempo es tan indeterminado y tan aleatorio, relativo, como cualquier otro momento en la vida?

Frecuentemente las personas cuentan el tiempo para celebrar cosas. Ahí tenemos a los cumpleaños que, aunque no te hayas puesto a pensar, también son tan relativos como cualquier cosa por que al paso de unos años terminas celebrando cualquier cosa menos la conmemoración exacta del momento en que naciste. ¿Cómo así? Bueno, pues partamos del hecho de que al momento de celebrar un cumpleaños lo único importante es la fecha. Nadie le toma importancia a la hora, minuto y segundo de su nacimiento. Es decir, de entrada aceptamos un "aproximado" (en algun segundo de todas estas 24 horas habré nacido yo) y nos olvidamos por completo de la exactitud de la conmemoración. Si a eso le sumas lo que ya hablamos respecto de cómo el error de cálculo en la medición del tiempo hace que un mismo día del año siguiente no es en realidad el mismo día sino que tiene un retraso de seis horas, pues te das cuenta que posiblemente estes celebrando un cumpleaños (una vuelta más de la tierra en toda su órbita) en un día que no corresponde y que la verdadera fecha está quizá un par de días más adelante. Complicado, ¿no?

Ultimamente yo he perdido la costumbre de "arquear caja" y no precisamente por todo este rollo que he desarrollado de la manera más innecesaria posible sino principalmente por el hecho de que no encontraba un real "punto de partida" que sea significante en sí mismo. A pesar de que la relatividad del tiempo quiera quitarme los fundamentos racionales para poder hacerlo, el real motivo de la ausencia de periodos de arqueo de caja en mi vida se debe más a la ausencia de un punto de partida que en la consciencia de lo inutil que resulta querer establecer un periodo válido.

Sinceramente, eso me sumerje en un problema. Por que a pesar de todo soy un ser humano tan común y silvestre como el que más - ¿somos silvestres los seres humanos? - y suelo experimentar de tiempo en tiempo las ganas de crearme periodos. De generar puntos de partida y puntos de llegada a pesar de que absolutamente nada diferencia un momento del otro. Absolutamente nada desde el punto de vista macro y universal pero si desde el punto de vista micro y personal. Tal vez lo que haga cada día un punto de partida o de llegada no es el tiempo en sí sino lo que haces tú en ese tiempo. Por eso mismo, si hoy por hoy tengo que escoger un punto de partida pues me parece que estaría haciendo lo correcto al establecer mi punto de partida en el 1 de junio que pasó ya que, como dije antes, a pesar de que no marcó el inicio absoluto marcó el inicio de una etapa en mi vida en que me encontré de lo más feliz en aspectos que había dejado de estarlo. Y estoy convencido que he hecho una buena elección. Digo, es un decir.

2 comentarios:

Milhoras dijo...

Como que has escuchado mucho esa cancion!

Angélica Camacho dijo...

Esos arqueos de caja me podrían dejar en evidencia ja,ja. Necesito hacer algo ya!