lunes, 17 de julio de 2006

La esquina mas patriótica del Perú

En julio las casas se embanderan. Todos tenemos la obligación (en algunas municipalidades como Magdalena del Mar se publicó una ordenanza disponiendo el embanderamiento general del distrito bajo sanción de multa) de izar una bandera en nuestras casas. Que gesto para mas patriótico. Sin embargo, eso de izar es un decir por que, ¿quien no ha visto la bandera peruana pegada con cinta scotch en la ventana del frontis, o colgada del tendedero o del marco de la ventana del segundo piso cual si fuera un trapo sucio? Lo mas bonito es cuando se acerca fines de julio (osea las fiestas patrias) y las banderas rojas y blancas sometidas al poco sol limeño, al viento con smog, a la humedad y a demas molestias climáticas empiezan a ser sendos pendones anaranjados y cremas que, con toda seguridad, se quedarán ahí colgados hasta mediados de agosto, cuando menos.

Otra cosa que es para llamar la atención es el hecho de que grandes eficicios de la ciudad ubican una banderita ínfima. Por ejemplo, el edificio donde trabajo es un centro empresarial que consta de tres torres, una de 20 pisos, la otra de 10 y la ultima de 15, en pleno centro de Miraflores. Tiene una pequeña banderita de un metro por sesenta. Digo, ¿es eso coherente?. Aunque, quién se va a preocupar de una bandera mas o una bandera menos. Total, que yo sepa (y no se mucho) Miraflores no ha ordenado el embanderamiento. Es mas, mi casa (edificio de departamentos en el cual mi casa ocupa el último piso) no esta embanderada y ya estamos 17, faltan sólo 10 días.

Yo recuerdo que en la casa materna la bandera la poníamos entre el 10 y el 15 de julio y la sacabamos entre el 10 y el 15 de agosto. Nuestra bandera tenía como 30 años (yo jugaba con el asta ensartando imaginarios chiilenos) y un gran forado en el medio de la parte blanca, lo que nos llenaba de vergüenza y nos hacía rogar que, cuando pase el inspector de la municipalidad, no la note y no nos meta una buena multa por faltar al deber patriotico. El "deber patriotico" incluia dos cosas. Primero ponias la bandera y, segundo, pintabas o lavabas el frontis de tu casa. Y si tu casa tiene frente a dos calles (como la mía en Huancayo) pues tienes que limpiar ambos frontis. Lo gracioso era ver a la gente golpeando las paredes de sus casas con un buen trapo empapado de yeso fresco para que toda la pared quedara blanquita, cosa que el inspector pasaba y ponia una buena calificación.

Yo siempre me imagine al susodicho inspector como un sujeto alcaponesco. Con incongruente sobretodo gris (incongruente con el sol serrano que hay en julio), desactualizado sombrero, gafas y un tablero oscuro donde ponia el calificativo a cada casa luego de que su sibilina mirada escrutaba si la bandera estaba bien puesta y si el frontis de la casa no mostraba alguna mácula que la haga merecedora de una buena multa. En realidad, tributo a la verdad, no se si existirá realmente dicho inspector por que jamas vi uno. Por eso tampoco puedo decir que mi imagen este equivocada.

En Lima, hace ya semanas se encuentran vendedores de banderas por doquier. No pude evitar escuchar algun infantil comentario de esos de "Mira mamá cuantos hijitos tuvieron esas banderas". Y es que, en efecto, las hay de todos los tamaños (no hay variedad de formas y colores por que todas son peruanas) y al alcance de todos los bolsillos. Pero ayer, en medio de un típico congestionamiento limeño (del que salí sólo por obra y gracia del destino que puso una ambulancia apurada atrás de mi taxi), encontré la esquina mas peruana de todo el país (y por ende de todo el mundo). Conte ciento veintitres (123) banderas peruanas colocadas en las cuatro esquinas de la intersección, eso sin contar las que estaban encima de los coches y las muchas otras que dobladas, embolsadas o arrumadas una encima de otra debían haber. 123 banderas peruanas flameando al viento. Todas en venta. ¿donde? Avenida Aviación con Villarán, distrito de Surquillo. Esa aglomeración de gente, carros y banderas podría parecer, para una mente que mantenga el romanticismo en medio del embotellamiento, una conglomeración en homenaje de la bicolor nacional. Luego vino la ambulancia y personalmente agradecí de que, por fin, el taxi me sacara de esa esquina tan llena de carros ... y banderas. Durante varios segundo cerraba mis ojos y veía banderitas dando vueltas alrededor. Aún se mantienen y me sirven para recordarme que tengo que comprar una bandera y embarderar mi casa yo tambien. Digo, es un decir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Q trabajito el tuyo de contar las banderas como se ve q estuviste buen tiempo... y no tenías otras cosas en q pensar.