Julio es el mes de la escarapela. En determinado momento los jefes, los gerentes, los directores de escuelas y todo aquel que tenga algún poder de decisión sobre sus conciudadanos ordena que estos vengan al día siguiente con la escarapela en el pecho. Yo mismo fui victima de esos arranques de peruanidad y, la mano en el pecho, no me gustaban nada en absoluto. Recuerdo a mi mamá pegando fastidiada las escarapelas en las tres chompas de uniforme color rata que entonces usábamos los tres hermanos. Hubo incluso un año en el que, si la memoria no me falla (lo que pasa pocas veces) en vez de comprar las escarapelas ya hechas que vendían en las cusqueñas calles de mi infancia, mi madre decidió comprar un metro de tela bicolor y fabricar ella misma los rosetones. Por Jesús redivivo que sus escarapelas fueron inmensamente mas bonitas que las que vendían en la calle y, consecuencia lógica, mas bonitas que las que llevaba el resto del colegio. Salvo, tal vez, dos o tres personas como nosotros que tenían escarapelas hechas en casa.
Y quizá esa sea la razón por la que no era muy apreciado el hecho mismo de llevar la escarapela y es que ésta era fea. No es como, por ejemplo, andar con la camiseta de la franja camino al estadio cuando juega Perú. Llevar la escarapela es algo poco tentador. Y eso por que las escarapelas de mi memoria siempre han sido pedazos de tela mal cortados y peor cosidos, donde el rosetón tenía cualquier forma menos redonda y donde las borlas no sólo estaban mal cortadas sino que además eran de tamaños distintos y ni siquiera “miraban” para el mismo lado. Además eran grandes. Entonces, llevar un lazo de hilo y tela cosido en la chompa no era definitivamente la mejor forma de inculcar peruanidad a nadie por mas rojo y blanco que tenga (como si el cariño a algo o a alguien se lograra obligando a la gente a coserse símbolos a la chompa).
Y eso a pesar de que la idea de la escarapela como símbolo no es mala. O sea, me refiero a que la idea misma de un rosetón de uniformes pliegues con los colores patrios rodeado de dos bandas también de patrios colores, y que este pequeño simbolito sea llevado con orgullo como accesorio en la solapa del traje o del vestido, no es una mala idea. Es, incluso, hasta elegante. A eso hay que sumarle que el hecho de la “bicoloridad” (¡uy! que palabro) de la escarapela peruana que ayuda bastante a la sobriedad del símbolo. Digo, he visto escarapelas bolivianas y, sin ningún mensaje subjetivo, he comprobado visualmente que una escarapela con mas de dos colores deja de ser elegante y se parece mas a la flor de siete colores que buscaban Angel y Boris. ¡Puaj!
Entonces, el problema no es el símbolo en si mismo sino la forma en que el símbolo se puso al alcance del pueblo. Y la obligatoriedad. Llevar la escarapela era algo asi como cortarse el pelo. Y lógico, cuando uno sale del colegio se deja buen tiempo de cortar el pelo y jura nunca mas usar la escarapela.
Felizmente de un tiempo a esta parte existen los pines. Dichoso invento que hace que en un pedazo de lata plastificada la escarapela regrese a su imagen clásica de redondo rosetón y uniformes bandas y, sobre todo, de pequeño, discreto y elegante tamaño. Desde que compré mi primer pin, hará ya cuatro años, yo si me escarapelo todo el mes de Julio. Hace un par de semanas cuando comenté este hecho con toda naturalidad, dos amigos amantes del buen vino y el buen vestir me soltaron una retahíla de comentarios siendo el mas inocente “vas a parecer secretario de juzgado”. Sin embargo este año me voy a escarapelar (vieron el verbo?) desde este lunes. Aun tengo el orgullo de ser peruano a pesar de que los amantes de la moda opinen que llevar escarapela (chiquita y elegante) no sea “chic” ni este “in”. Digo, es un decir.
Y quizá esa sea la razón por la que no era muy apreciado el hecho mismo de llevar la escarapela y es que ésta era fea. No es como, por ejemplo, andar con la camiseta de la franja camino al estadio cuando juega Perú. Llevar la escarapela es algo poco tentador. Y eso por que las escarapelas de mi memoria siempre han sido pedazos de tela mal cortados y peor cosidos, donde el rosetón tenía cualquier forma menos redonda y donde las borlas no sólo estaban mal cortadas sino que además eran de tamaños distintos y ni siquiera “miraban” para el mismo lado. Además eran grandes. Entonces, llevar un lazo de hilo y tela cosido en la chompa no era definitivamente la mejor forma de inculcar peruanidad a nadie por mas rojo y blanco que tenga (como si el cariño a algo o a alguien se lograra obligando a la gente a coserse símbolos a la chompa).
Y eso a pesar de que la idea de la escarapela como símbolo no es mala. O sea, me refiero a que la idea misma de un rosetón de uniformes pliegues con los colores patrios rodeado de dos bandas también de patrios colores, y que este pequeño simbolito sea llevado con orgullo como accesorio en la solapa del traje o del vestido, no es una mala idea. Es, incluso, hasta elegante. A eso hay que sumarle que el hecho de la “bicoloridad” (¡uy! que palabro) de la escarapela peruana que ayuda bastante a la sobriedad del símbolo. Digo, he visto escarapelas bolivianas y, sin ningún mensaje subjetivo, he comprobado visualmente que una escarapela con mas de dos colores deja de ser elegante y se parece mas a la flor de siete colores que buscaban Angel y Boris. ¡Puaj!
Entonces, el problema no es el símbolo en si mismo sino la forma en que el símbolo se puso al alcance del pueblo. Y la obligatoriedad. Llevar la escarapela era algo asi como cortarse el pelo. Y lógico, cuando uno sale del colegio se deja buen tiempo de cortar el pelo y jura nunca mas usar la escarapela.
Felizmente de un tiempo a esta parte existen los pines. Dichoso invento que hace que en un pedazo de lata plastificada la escarapela regrese a su imagen clásica de redondo rosetón y uniformes bandas y, sobre todo, de pequeño, discreto y elegante tamaño. Desde que compré mi primer pin, hará ya cuatro años, yo si me escarapelo todo el mes de Julio. Hace un par de semanas cuando comenté este hecho con toda naturalidad, dos amigos amantes del buen vino y el buen vestir me soltaron una retahíla de comentarios siendo el mas inocente “vas a parecer secretario de juzgado”. Sin embargo este año me voy a escarapelar (vieron el verbo?) desde este lunes. Aun tengo el orgullo de ser peruano a pesar de que los amantes de la moda opinen que llevar escarapela (chiquita y elegante) no sea “chic” ni este “in”. Digo, es un decir.
6 comentarios:
Es en realidad una delicia leerte, expones tu posición muy vivida por mi en los recordados momentos patrios del colegio y todo lo que simbolizaba ver a mama coser con gracia y orgullo tu escarapela en tu buzo, chompa hasta blusa si es que habia que desfilar. Gracias por hacerme recordar aquellos dias Chalito. Un beso patriotico.
primo querido... he quedadado escarapelada con exquisita manera que defiendes la dicotomía cromática de nuestros símbolos Y ME RETUERZO DE RISA DE COMO LO ESCRIBES! (Angel y Boris! q bueeena!) magistral mi estimado primo... magistral... he quedado a 3 pasos para salir a comprar yo misma el metro d cinta
Ah, si, las fiestas patrias, ¿que bonito no? fechas llenas de color y felicidad, de alegría y peruanidad. Puaj!!!!
De simbolos y significados los peruanos estamos devaluados, he visto sin ninguna dificultad llevar en parches, mochillas casacas y camisas banderas escudos y simbolos de todos los tamanños,paises y regiones; sin ningun pudor y hasta con orgullo, hay por ahi uno que otro que pasea a Ernesto Guevara en el pecho, con la tranquilidad que da la ignorancia. pero cuando de rojo y blanco se trata, si no le encuentras el lado fashion al asunto puedes terminar siendo objeto de miradas indulgentes, las mismas miradas con las que se mira a la gente de green peace, a los que defienden a los muchames o a las focas bebes, o a cualquiera que defienda causas perdidas. por eso y por que me has puesto nostalgico me escarapelaré apartir de mañana!! (lo conjugué bien?)
realmente tu historia me ha conmovido buuuu... ahorita mismo me compro mi escarapela y mañana me escarapelaré te parece bien.
me escarapelé hoy, en las calles, en la micho y en el metro, tenía los ojos puestos en mi y en mi distintivo, somos pocos los peruanos en Chile quienos nos escarapelamos (supongo, aún no he visto a alguno escarapelado en días en que no haya congregación de peruanos) al llegar a la universidad, me miraron como salida de otro mundo,obvio si aquí no acostumbran escarapelarse, menos de blanquirojo y en julio, pero no importa, mañana me escarapelaré nuevamente.....me gustó tu blog y tu forma de escribir, saludos
Janet Espinoza
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