Hoy almorcé muy bien. Acompañado de unos buenos amigos que habíamos, la semana pasada, decidido que el día 26 de julio celebrariamos la buena estrella que nos ha sonreído en esta mitad del año. Pero llegamos tarde todos. Teniamos pensado irnos a la cevicheria "La Mar" de Gastón Acurio, para codearnos un poco con la gentita pero ... estaba repleto y yo tenía poco tiempo. Asi que, ante mi sugerencia y sus reticencias, los convencí de ir a un restorán que me enseñó Omar (compañero de trabajo y amigo reciente a quien aprecio mucho por sus objetivas observaciones y sinceros consejos). Se llama "El Paraíso del Sabor" y no es un sitio muy aparente aunque cocinan muy bien y sirven generosamente la comida criolla.
Lo que me recordó algo que ultimamente es vox populi y que sabiamente Omar me comentó alguna vez. "Lo que evita que haya un mayor número de peruanos viviendo en el exterior (que no son pocos los que ya lo están) es la comida". Y eso es cierto. O sea, dejemos de un lado los chauvinismos y las expresiones exageradas como "esta huancaína es lo mejor del mundo" e intentemos ser objetivos. La sazón peruana (el aderezo, como lo llaman los chefs) es inigualable. Es decir, un buen Filet mignón es muy rico ¿no? al igual que un buen bife argentino pero ... ¿un adobo de chancho al estilo arequipeño? ¡Jesús!
Y de otros paises ni hablar. Si consideramos que lo mejor que nos puede ofrecer Brasil (país a quien muchos envidian) es la "feijoada" (osea un buen plato de frejoles, sin seco) podemos ver que, en materia culinaria, somos nosotros los pentacampeones. Hace cuatro años acompañé a mi madre a Bolivia, país muy parecido al nuestro, y me ofrecieron un plato que se llamaba "Salchichas Chuquisaqueñas" que, de no ser por el nombre (casi un trabalenguas), hubiera caido en el mas sincero olvido. Es mas, esa visita fue justo en vacaciones por fiestas patrias y fue la única vez que pasé un 28 de julio fuera de mi país. Ese día con mi madre no hicimos nada, nos imaginamos (como en efecto fue) que todos los restoranes peruanos estarían rebosantes de gente. Fue mas bien al día siguiente 29 (que tambien es fiesta patria) que con mi madre llegamos a una buena cevichería a dos cuadras del Estado Hernando Siles de La Paz (cevichería en La Paz ¿captaron la ironía?). Pedimos un buen ceviche de pez de lago (que en realidad estaba lo suficientemente bueno como para alegrarte con la sola idea de que tu avión de regreso a Lima saldría en dos días más) y un buen arroz con mariscos tan apoteosicamente servido que al verlo mi madre, poco dada a ese tipo de arranques, no tuvo mejor opción que mirarme y decirme "Viva el Perú". Ese par de platos (y la Inca Kola de contrabando que nos vendieron a precio de oro) nos regresaron al Perú por una tarde.
Y si pues, digan lo que digan, nos sentimos orgullosos de lo que comemos. Pero mas que eso, del sabor que esos platillos tienen. Han tenido que pasar milenios para que lo reconozcamos y ha tenido que venir Gastón para demostrarnos que la comida criolla tambien es ficha. Entonces, si bien yo como comida peruana todos los días (por que todos los dias como en el Perú) este 28 volveré a "El Paraíso del Sabor" y celebraré con un buen ají de gallina. Digo, es un decir.
Lo que me recordó algo que ultimamente es vox populi y que sabiamente Omar me comentó alguna vez. "Lo que evita que haya un mayor número de peruanos viviendo en el exterior (que no son pocos los que ya lo están) es la comida". Y eso es cierto. O sea, dejemos de un lado los chauvinismos y las expresiones exageradas como "esta huancaína es lo mejor del mundo" e intentemos ser objetivos. La sazón peruana (el aderezo, como lo llaman los chefs) es inigualable. Es decir, un buen Filet mignón es muy rico ¿no? al igual que un buen bife argentino pero ... ¿un adobo de chancho al estilo arequipeño? ¡Jesús!
Y de otros paises ni hablar. Si consideramos que lo mejor que nos puede ofrecer Brasil (país a quien muchos envidian) es la "feijoada" (osea un buen plato de frejoles, sin seco) podemos ver que, en materia culinaria, somos nosotros los pentacampeones. Hace cuatro años acompañé a mi madre a Bolivia, país muy parecido al nuestro, y me ofrecieron un plato que se llamaba "Salchichas Chuquisaqueñas" que, de no ser por el nombre (casi un trabalenguas), hubiera caido en el mas sincero olvido. Es mas, esa visita fue justo en vacaciones por fiestas patrias y fue la única vez que pasé un 28 de julio fuera de mi país. Ese día con mi madre no hicimos nada, nos imaginamos (como en efecto fue) que todos los restoranes peruanos estarían rebosantes de gente. Fue mas bien al día siguiente 29 (que tambien es fiesta patria) que con mi madre llegamos a una buena cevichería a dos cuadras del Estado Hernando Siles de La Paz (cevichería en La Paz ¿captaron la ironía?). Pedimos un buen ceviche de pez de lago (que en realidad estaba lo suficientemente bueno como para alegrarte con la sola idea de que tu avión de regreso a Lima saldría en dos días más) y un buen arroz con mariscos tan apoteosicamente servido que al verlo mi madre, poco dada a ese tipo de arranques, no tuvo mejor opción que mirarme y decirme "Viva el Perú". Ese par de platos (y la Inca Kola de contrabando que nos vendieron a precio de oro) nos regresaron al Perú por una tarde.
Y si pues, digan lo que digan, nos sentimos orgullosos de lo que comemos. Pero mas que eso, del sabor que esos platillos tienen. Han tenido que pasar milenios para que lo reconozcamos y ha tenido que venir Gastón para demostrarnos que la comida criolla tambien es ficha. Entonces, si bien yo como comida peruana todos los días (por que todos los dias como en el Perú) este 28 volveré a "El Paraíso del Sabor" y celebraré con un buen ají de gallina. Digo, es un decir.
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