lunes, 8 de enero de 2007

Pensamiento atrasado 2

Volví a ir al dentista.


Hace mucho tiempo que no tengo caries por curar y eso me alegra, y me alegra más el hecho de que se mantenga esa situación. Sin embargo siempre hay cositas por arreglar, aunque uno no quiera y como "al mal paso darle prisa" sólo queda apechugar y abrir la boca.

Entonces, descubrí que pocas cosas hay en el mundo que me hacen sentir mas indefenso que el sonido del taladro del dentista. Ese silbido agudo y la sensación de vibración en los dientes que dan lugar al miedo de que, tarde o temprano, vas a sentir un agudo dolor que te va a durar mucho tiempo y que te va a sacar alguna lágrima.

Mi infantil majadería hizo que yo de niño vaya mucho al dentista y que conozca desde pequeñín cómo duele ir ahí. Entonces, esta vez que volví a escuchar el sonidito de marras luego de vaaaarios años, me volví a sentir durante varios minutos como un niño de nueve años, con la boca dolorosamente abierta y temblando de miedo ante el inminente dolor dental.

Pocas cosas hay en el mundo que me hacen sentir mas desamparado e indefenso que estar echado en el sillon del dentista y oir el infame chillido. Esta vez fue un tema rápido, no me causó ningún dolor, pero el susto me quedó y me regresa cada día, tres veces al día. A veces más.

El miedo tambien educa. Digo, es un decir.

1 comentario:

Dragón del 96 dijo...

No le temo al dentista, pero igual ese sonido de taladro me pone nervioso.

Una vez "denuncie" a una amiga dentista, tu dentista no se llamara Patty, verdad? (digo tb, es un decir, no?)

Slaudos.