Si tuviera que aventurarse una definición, podría decirse que soy un hombre que escribe. Y es que, en realidad, paro escribiendo la mayor parte del tiempo, igual que muchos otros. Ojo que eso no me convierte en "escritor" (que más quisiera yo) ni en, siquiera, un "escribidor". Creo que caigo más en la categoría de "escribano" por que escribo para vivir y mucho de lo que escribo es realmente olvidable. Creo tambien que esto se debe a que el 90% de mi producción escrita son escritos, demandas, apelaciones y demás. Claro que, debo reconocer, algunas veces me salen bonitas y no tanto por el estilo (uniformemente leguleyo) si no por el razonamiento que plasmo en el papel y que me costó algun tiempo armarlo y que se va al Poder Judicial para que lo cosan en un mamotreto inmanejable que nadie lo va a leer (no nos hagamos ilusiones, estamos hablando de un juzgado), ni que digo apreciar. Asi que me lo leo yo mismo y me siento, intimamente, feliz. Pero de veinte escritos que hago, uno será de esos. Lo demas es, como dirian los portugueses, pura "pipoça".
Pero igual, entre tanta presión de teclas, a veces me doy un tiempo para escribir algo que salga de mi, algo que pueda llamar auténtico por que sale de la persona y no del abogado.
El día de hoy me abordaron, ni bien llegué a la oficina, con una petición, sugerencia, orden, conminación. "Hoy es el ultimo día para el informativo y no hemos recibido tu artículo". ¿Un artículo? ¡Jesús! Dire que me habia olvidado por completo del artículo y que que no tenía tema ni la mas mínima idea de uno. "Bastan doscientas palabras", me dijo Omar. Asi que me sumergí a buscar un tema y encontre una sentencia pasada que comentar. Me senté, la leí y me enfrenté nuevamente a la pantalla en blanco para intentar escribir algo sustancioso.
Salieron cuatro párrafos, trescientas treinta y dos palabras, y algunas ideas coherentes expuestas meridianamente bien. Pero no me gustó. No me gusta escribir por obligación. Alguna vez hice un artículo y me tome mi tiempo y salió bonito. Pero escribir con las prisas, sobre cualquier tema, y de cualquier forma y buscar llegar a las doscientas palabras para estar tranquilo, eso no me gusta.
Felizmente estos artículos se hacen sólo una vez al mes (yo ya llevo cinco meses y este fue mi primer articulo). Aunque quizá debería aplicarme más para que, al proximo mes, encuentre un tema que resulte interesante y del cual pueda soltar algo sustancial. Tal vez sea buena idea, digo, es un decir.
Pero igual, entre tanta presión de teclas, a veces me doy un tiempo para escribir algo que salga de mi, algo que pueda llamar auténtico por que sale de la persona y no del abogado.
El día de hoy me abordaron, ni bien llegué a la oficina, con una petición, sugerencia, orden, conminación. "Hoy es el ultimo día para el informativo y no hemos recibido tu artículo". ¿Un artículo? ¡Jesús! Dire que me habia olvidado por completo del artículo y que que no tenía tema ni la mas mínima idea de uno. "Bastan doscientas palabras", me dijo Omar. Asi que me sumergí a buscar un tema y encontre una sentencia pasada que comentar. Me senté, la leí y me enfrenté nuevamente a la pantalla en blanco para intentar escribir algo sustancioso.
Salieron cuatro párrafos, trescientas treinta y dos palabras, y algunas ideas coherentes expuestas meridianamente bien. Pero no me gustó. No me gusta escribir por obligación. Alguna vez hice un artículo y me tome mi tiempo y salió bonito. Pero escribir con las prisas, sobre cualquier tema, y de cualquier forma y buscar llegar a las doscientas palabras para estar tranquilo, eso no me gusta.
Felizmente estos artículos se hacen sólo una vez al mes (yo ya llevo cinco meses y este fue mi primer articulo). Aunque quizá debería aplicarme más para que, al proximo mes, encuentre un tema que resulte interesante y del cual pueda soltar algo sustancial. Tal vez sea buena idea, digo, es un decir.
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