lunes, 14 de agosto de 2006

En la repetición está el gusto

Alguna vez leí en una página web (de esas interesantísimas cuya dirección esperas recordar y que, a la hora de los loros, nunca recuerdas) una historia que por macabra, humana y triste no he podido olvidar jamás. Luego no pude confirmar los datos, lo que no me sorprendió, el sistema no hace publicidad de sus errores. Menos aún el sistema estadounidense.

En el año de 1932, en el estado de Kentucky, el señor Justin Scopton, ciudadano americano de aproximadamente 40 años, fue acusado de violación y asesinato a una muchacha de 14 años de edad. Según el parte policial, la muchacha fue raptada en la ciudad de Lexington y llevada al descampado donde fue brutalmente violada y asesinada. Su cuerpo mostraba huellas de golpes, arañazos y mordeduras. Luego de ello fue degollada. Un crimen monstruoso se volvía a presentar en la historia estadounidense. Fue ese año que Scopton, tras una visita al dentista, obtuvo un registro dental. Este fue característico por que el canino superior derecho de Scopton dejaba una huella oblicua al resto de sus dientes.

Meses despues fue detenido por la policia estatal de Kentucky y enviado a prisión. En ella se le aplicaron los cargos de violación y asesinato que ya narramos. Scopton, que vivia en Lexington, se declaró inocente pero tenía en su contra una prueba contundente. Su registro dental coincidía totalmente con el registro reconstruido en base a las huellas de las mordeduras encontradas en el cuerpo de la víctima. Una prueba que en los años 30 era considerada infalible ya que las posibilidades de coincidencia en un odontograma eran ínfimas y dificilmente habría en toda la uníon americana dos personas con el mismo odontograma. Todos estuvieron convencidos que Scopton era culpable.

Scopton fue condenado a ser ejecutado en la silla electrica. ¿Qué tiene esto de peculiar? Absolutamente nada si no consideramos un detalle. El protocolo de ejecución señalaba que al condenado se le debían administrar dos descargas, una corta para causar la inconsiencia y una mas o menos larga y de mayor potencia para matarlo. Luego de esas dos descargas, un médico certificaba la muerte y, excepcionalmente, este podría recomendar una tercera como tiro de gracia. Bueno, el detalle es que a Scopton la primera no le causó la inconsciencia y ni la segunda ni la tercera lo lograron matar. Imagino que habrá gritado como un condenado (que lo era) sintiendo los miles de voltios pasar por su cuerpo. ¿A qué se debió? Nadie sabe.

Los abogados de Scopton (que tenía su billete) recurrieron a los tribunales con el muy americano concepto de "la condena fue a ser ejecutado. Scopton fue ejecutado, ergo, ahora que lo fue se puede ir a su casa". Claro, no murió pero ese es un detalle, lo importante es que se le ejecutó. La corte estatal de Kentucky no supo que resolver y mando el embrollo a Washington. La Corte Suprema de los Estados Unidos de América señaló que, si bien es cierto que Scopton fue condenado a ser ejecutado, lo que se buscaba era que se muriera, y como no murió, pues había que ejecutarlo de nuevo. Asi de simple. Ah! Tambien recomendó que todas las cortes de la unión, desde ese momento en adelante, cuando condenen a muerte digan "se le condena a ser ejecutado en la (pongan aca el método de barbarie institucionalizada que mas les guste) hasta morir". De esa manera queda claro que te tienen que ejecutar cuantas veces sean necesarias hasta que te mueras. El chiste de todo esto está en que dos años despues de su primera vez, Scopton fue llevado nuevamente a la silla eléctrica y, gracias a Dios, murió.

El caso marcó un revuelo en esos años. Tanto así que varios investigadores se concentraron en el tema. Los científicos querían saber por que Scopton no murió en la primera ejecución, los juristas querían saber si el fallo de la Corte Suprema resultaba constitucional y los policias querian saber si Scopton realmente hizo eso que se dice que hizo. Y ¿qué creen? En la década de 1960 se descubrió que ... el bendito odontrograma (aquel que 30 años antes era considerado infalible) falló. y que si bien los registros mostraban la similitud en el diente oblicuo, no coincidian en por lo menos 8 de las restantes 18 piesas del maxilar superior ni en las 18 del maxilar inferior. Es decir, Scopton no fue. Eso, eso es lo realmente gracioso.

La pregunta es ¿a quien le echamos la culpa de la muerte de un sujeto inocente como Scopton? ¿Por qué una persona cuya única mala suerte radicó en tener un diente chueco pasó por lo que quizá sea una de las historias mas macabras que tengamos conocimiento? ¿Quien le pide disculpas a Scopton? ¿Como nos sacamos de la conciencia que matamos a una persona que no sólo no hizo nada sino que, encima, lo hicimos con gran crueldad y sin la humildad de ver que a veces nuestros sistemas se equivocan? ¿Cómo le devuelves la vida a un inocente? ¿Cómo puedes estar completamente seguro de que estas matando a un criminal y no a un inocente?

¿Cambió algo lo de Scopton? No, no lo hizo. En Kentucky y en el resto el mundo se siguió ejecutando a la gente (varios inocentes entre ellos, me imagino) y tambien en Kentucky y en el resto del mundo se siguieron dando crímenes monstruosos. ¿La muerte de Scopton arregló algo? ¿Como afirmar que la pena de muerte arregla el tema de la criminalidad?
No arregla nada, señores, lo demás es puro morbo, como el de las personas que abarrotaron la prisión de Kentucky el día de la segunda ejecución de Scopton por que .... por que simplemente querian saber si se moría o vivia. Puro morbo. Eso no es justicia, eso no es paz social, eso es salvajismo. Y del mas bajo que se pueda encontrar.

Sólo una reflexión mas, en el Perú no se utilizan odontogramas. Acá los métodos criminalísticos son mucho mas simples: él me dijo esto, él dijo lo otro, él te vio aca, él no te vio allá. O sea, basta que estes en el momento adecuado en el sitio exacto y podrias terminar de espaldas al paredón y escuchando la algarabía de la masa bruta celebrando la muerte de un inocente más. Ojala en mi país jamás se abra la puerta que permita la muerte injusta de algún inocente. Digo, es un decir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Chalin: Todos tus blogs sobre pena de muerte, tienen tres motivos: miedo, miedo y miedo. De que? de que te maten..basta ya, mas motivos y menos visceras

Renny R. dijo...

Te recomiendo que veas la pelicula "the life of david gayle". Se trata exacamente de eso, de como el sistema falla porque no siempre las pruebas son certera y en consecuencia, terminan inocentes siendo ejecutados.