El otro día leí en el comercio que la Congregación para los no se cuantos de la fe habia decidido… que el limbo no existe ya que tenía argumentos litúrgicos y teológicos que aseguraban eso. Luego, con la venia de Beni, se lo informó al mundo. Bueno, a aquellos que tuvieran aún algún interés.
¿Qué es el limbo?
Bueno, en el siglo XIII San Ignacio de Loyola, ante la necesidad de resolver todos los detalles relativos al tema del pecado original, llegó a la conclusión de que éste es eterno. Es decir, que todos, absolutamente todos, nacemos ya con el pecado original (gracias a Eva y la serpiente). Ahora, la única forma de borrar este pecado original es mediante el bautizo (el católico, se entiende). Pero entonces ¿qué pasaba con las criaturas que morían antes de ser bautizadas? Pues, San Ignacio dijo que si bien era cierto que al no ser bautizadas, esas criaturas morían en pecado… también era cierto que no habían hecho nada malo. Así que leyó y leyó e interpreto e interpretó las escrituras y llegó a la conclusión de que a pesar de que morían en pecado no les correspondía ir al infierno sino que la bondad de Dios tenía reservadas para esas almas un sitio al que llamó “limbo” donde pasaban la eternidad. Ello por que, al no haber sido bautizadas no les correspondía gozar de las delicias del cielo católico.
Para mi que San Ignacio no quería quedar como un sacerdote bárbaro que condenaba al fuego eterno a pobres inocentes, a pesar de que eso era lo que se había estado creyendo en los trece siglos anteriores, pero… en fin.
Claro que esto se complicó siglos después cuando Dante puso en el limbo a Virgilio, a Homero y a los grandes filósofos antiguos a quienes no podía mandar al infierno pero tampoco al cielo.
Bueno, todo eso ya no existe.
De pronto el limbo desapareció y los “sabios de la fe” de hoy decidieron que todas las almas que la pasaban ahí pueden ir al cielo. Ahora que están de moda las amnistías --- ¿por qué no amnistiar a almas que se han ido reuniendo durante siglos?
Lo que me deja en reflexión no es el hecho de que el alma de un niño no bautizado vaya o no al cielo, que sinceramente me parece una discusión sumamente bizantina y estéril, sino la facilidad con la que 300 fanáticos se reúnen en algún momento y deciden qué es bueno creer y qué no. Hace unos años me enteré que Juampi, a pesar de lo buen Papa que fue, había decretado que los ángeles no existen. Es decir, en la doctrina católica actual no existen los ángeles. Claro que yo sigo rezándole a mi ángel guardián y es que mi apostatasía la adopté antes de que a él lo derogaran.
La Congregación para la Doctrina de la Fe remató señalando que su conclusión (que el limbo no existe) no es una verdad científica (como si pudiera serlo) sino mas bien “una esperanza piadosa” es decir, no es lo que es sino mas bien lo que queremos que sea por lo que si de acá un tiempo se nos antoja cambiarlo, lo cambiaremos. Y mientras tanto el feligrés sigue cantando aleluyas sin saber que en la Santa Sede le cambian las creencias como si nada.
Para nadie es un secreto que en los 20 siglos de existencia de la iglesia católica, ésta ha borrado y sobrescrito infinidad de veces los pilares de la fe que dice cuidar, lo que me parece gracioso es que lo sigan haciendo y se sigan preocupando de cosas tan líricas. Es decir, el problema de su fe no está en porqué la gente ya no les cree, el asunto del día es si existe o no el limbo.
Creo que lo único que han logrado es darnos en el gusto a quienes esperamos mas desaciertos de esos para seguir criticando y sentirnos felices de estar en la vereda del frente. Digo, es un decir.
¿Qué es el limbo?
Bueno, en el siglo XIII San Ignacio de Loyola, ante la necesidad de resolver todos los detalles relativos al tema del pecado original, llegó a la conclusión de que éste es eterno. Es decir, que todos, absolutamente todos, nacemos ya con el pecado original (gracias a Eva y la serpiente). Ahora, la única forma de borrar este pecado original es mediante el bautizo (el católico, se entiende). Pero entonces ¿qué pasaba con las criaturas que morían antes de ser bautizadas? Pues, San Ignacio dijo que si bien era cierto que al no ser bautizadas, esas criaturas morían en pecado… también era cierto que no habían hecho nada malo. Así que leyó y leyó e interpreto e interpretó las escrituras y llegó a la conclusión de que a pesar de que morían en pecado no les correspondía ir al infierno sino que la bondad de Dios tenía reservadas para esas almas un sitio al que llamó “limbo” donde pasaban la eternidad. Ello por que, al no haber sido bautizadas no les correspondía gozar de las delicias del cielo católico.
Para mi que San Ignacio no quería quedar como un sacerdote bárbaro que condenaba al fuego eterno a pobres inocentes, a pesar de que eso era lo que se había estado creyendo en los trece siglos anteriores, pero… en fin.
Claro que esto se complicó siglos después cuando Dante puso en el limbo a Virgilio, a Homero y a los grandes filósofos antiguos a quienes no podía mandar al infierno pero tampoco al cielo.
Bueno, todo eso ya no existe.
De pronto el limbo desapareció y los “sabios de la fe” de hoy decidieron que todas las almas que la pasaban ahí pueden ir al cielo. Ahora que están de moda las amnistías --- ¿por qué no amnistiar a almas que se han ido reuniendo durante siglos?
Lo que me deja en reflexión no es el hecho de que el alma de un niño no bautizado vaya o no al cielo, que sinceramente me parece una discusión sumamente bizantina y estéril, sino la facilidad con la que 300 fanáticos se reúnen en algún momento y deciden qué es bueno creer y qué no. Hace unos años me enteré que Juampi, a pesar de lo buen Papa que fue, había decretado que los ángeles no existen. Es decir, en la doctrina católica actual no existen los ángeles. Claro que yo sigo rezándole a mi ángel guardián y es que mi apostatasía la adopté antes de que a él lo derogaran.
La Congregación para la Doctrina de la Fe remató señalando que su conclusión (que el limbo no existe) no es una verdad científica (como si pudiera serlo) sino mas bien “una esperanza piadosa” es decir, no es lo que es sino mas bien lo que queremos que sea por lo que si de acá un tiempo se nos antoja cambiarlo, lo cambiaremos. Y mientras tanto el feligrés sigue cantando aleluyas sin saber que en la Santa Sede le cambian las creencias como si nada.
Para nadie es un secreto que en los 20 siglos de existencia de la iglesia católica, ésta ha borrado y sobrescrito infinidad de veces los pilares de la fe que dice cuidar, lo que me parece gracioso es que lo sigan haciendo y se sigan preocupando de cosas tan líricas. Es decir, el problema de su fe no está en porqué la gente ya no les cree, el asunto del día es si existe o no el limbo.
Creo que lo único que han logrado es darnos en el gusto a quienes esperamos mas desaciertos de esos para seguir criticando y sentirnos felices de estar en la vereda del frente. Digo, es un decir.
2 comentarios:
Que interesante... aunque en lo personal no creo en un mundo maravillosos mas alla de la vida, supongo que de alguna u otra forma debemos reciclar nuestra energia antes de volver a nacer... si es que volvemos a nacer.
Bue... interesante solamente. Pobre... que habra con toda esa gente del Limbo, supongo estara haciendo marchas tipo la gente del Valetodo? Pobres familias sin sustento... que vayan al Tartaro, ahi tb trabajan con muertitos.
Slaudos.
yo vengo del Limbo jejejejeje o no has leido mi blog??
Publicar un comentario