viernes, 29 de febrero de 2008

El post del 29 de febrero

Del 29 de febrero del 2004 no recuerdo absolutamente nada. Seguramente lo pasé estudiando o repasando mi exposición para el examen de grado que lo dí el 12 de marzo de ese mismo año. No trabajaba y vivía en Miraflores con mi hermano Daniel. Algunos días iba a almorzar con Alvaro y la gente y varios otros días terminábamos cheleando en las noches. No tenía enamorada y visos de tenerla ya que mi última confusión había terminado malamente semanas antes. A mis amigos del día a día de ahora - que resultan ser los amigos del día a día hace ya muchos años - no los frecuentaba tanto como ahora. Ernesto tenía enamorada y aún estaba en la universidad y con Christian no tenía comunicación hacía meses. Era un tiempo aburrido, para qué.

A lo que iba era que yo no sabía lo que era un blog ni mucho menos tenía uno. Pero hoy si. Y como no tengo la menor idea de lo que será de mi vida el próximo 29 de febrero (del 2012) - ni siquiera si es que estaré vivo - creo que esta la oportunidad imperdible de tener un post del 29 de febrero. Tal vez sea el único.

Esa fatalidad del tiempo que se va y no vuelve es un regalo - entre tantísimos otros - de mi padre. Recuerdo que un día en mi infancia, allá por los tiempos cuando Cusco era una ciudad linda y acogedora y no la olla de grillos que parece ser y los cusqueños éramos gente agradable y amistosa y no el puñado de irracionales que hoy se ve, mientras veía el reloj negro de marco blanco colgado en medio del comedor le dije: Pá: ¿te has dado cuenta que cada segundo pasa y para que pase otro igual tenemos que esperar un año entero? Osea, para que vuelva a ser las 3:43 pm con 32 segundos del 15 de junio - por poner una hora y fecha cualquiera (vamos que no pretenderán que me recuerde la fecha y la hora también) - tengo que esperar un año entero.

Mi viejo, que estaba trabajando en algo, levantó la mirada y me dijo con su voz entre ocupado, fastidiado por la interrupción y ternura hacía el nene que era, que cada segundo que pasa se va y ... no vuelve nunca. Por que las 3:43 pm con 32 segundos del 15 de junio de 1987 jamás volverá - como que no volvió -. No se exactamente qué pensé pero estoy seguro que, si esa expresión hubiera pertencido a mi léxico en ese entonces, mi exclamación fue un equivalente a un "a la mierda!!!!!".

Cuando siento que el tiempo pasa aún recuerdo la frase de mi viejo. Entre muchas otras, debo decir.

En fin.

Ayer mientras conciliaba el sueño en el incómodo asiento del avión de LAN que me traía desde Trujillo, pensé que tenía que postear mi continuo asombro (que ya dejaría de ser asombro por que siempre que viajo lo pienso) por cuán genial inventó resultó ser el avión. Es lo máximo. ¿Que porqué lo digo? Bueno. Ayer me desperté en mi cama - el mejor lugar donde puedo despertar -, almorcé en Puerto Malabrigo a unos 650 kilómetros al norte de mi casa y cuando volví a reposar mi cabeza y conciliar el sueño .... estaba en mi cama. Gracias al avión no tuve que extrañar la mullidez de mi colchón ni el calor - ultimamente demasiado calor - de mi pisito.

Pero esta no es la primera vez que lo pienso. Recuerdo cuando, la vez que me tuve que ir a Tumbes, me encontré almorzando un arroz con mariscos en Huaquillas, Ecuador, y pensaba ensimismado, mientras negaba rotundamente que el monito intente echarle ketchup a mis mariscos, que si bien estaba en Ecuador, esa noche yo iba a dormir en mi casa. Como que efectivamente lo hice.

A estas alturas, ya tengo para cambiar un pasaje nacional gracias a las millas acumuladas. Las dos idas y vueltas a Argentina del año pasado me salieron a cuenta.

Cambiando de tema, la Universidad Católica por segunda vez en sus mas de 90 años de vida me volvió a admitir como su alumno. Ahora voy a llevar la maestría y espero que me trate mejor. Por lo menos yo tengo una mejor disposición hacia ella y, sobre todo, una mejor idea sobre lo que realmente quiero lograr. Aunque eso es relativo por que las cosas cambian. Pero lo que realmente ocupa mi mente no es tanto las ideas y los propósitos sino las gracias a la vida por el sempiterno apoyo. Me siento aún más endeudado.

Y bueno, creo que con eso ya tenemos bastante por este 29 de febrero.

Claro que podría escribir más pero ... el gusto está en saber cuándo parar ¿no? Digo, es un decir.

4 comentarios:

Milhoras dijo...

cada segundo contigo, amiguito es un regalo que para vivirlo bien debe ser unico. feliz 29, felices recuerdos

:P

Romy dijo...

Imaginate que lo que más me gusta es tu última frase "Hay que saber cuándo parar".

Angélica Camacho dijo...

Ahora que te leo me arrepiento de no haber posteado el 29... buuu. OMG! Tendré que esperar 4 añazos para hacerlo!
Me tengo que descobrar, tal vez necesite actualizar más seguido mi blog.

LuchinG dijo...

Bonita anécdota. Me hizo recordar a una que contaba mi abuelo: quecuando era niño y le dijeron que la tierra gira, respondió: "No es cierto, porque si la tierra diesa vueltas, entonces esa casa que está ahí en un rato estaría allá y luego más allá..."