martes, 24 de junio de 2008

Miercoles de fútbol.

La vida hoy por hoy me ha premiado con muchas cosas por hacer y muchas cosas por cumplir. Trabajos que presentar, lecturas que resumir, exámenes por dar. La universidad siempre te da mucho de eso. En fin.

Es por eso que posiblemente mañana no siga a mi esportin querido en el partido que jugará contra los desteñidos. Importante partido y yo no voy a poder estar ahí. Entones se me hace inevitable pensar en este miercóles desde un punto de vista futbolístico. Y ahí están dos partidos que tienen copada mi atención.

En primer lugar está este partido que jugará mi esportin querido y al que, aunque no lo pueda ver, lo voy a alentar con todo el vozarrón que me sale del alma donde quiera que esté. Y, en segundo lugar, estaré pensando en mi otro equipo. Aquel que escogí en una tarde hace ya varios años y que, con mucho menos fanatismo y asiduidad, lo sigo siempre. Es mi excentricidad, mi ser diferente. Obviamente mi otro equipo, del que alguna vez ya hablé en este blog, no es peruano.

Racing Club juega mañana el partido de ida por la promoción para mantenerse en primera división la próxima temporada. Ha sido un campeonato difícil (todos los campeonatos son difíciles para Racing) y ahora La Academia se juega en ida y vuelta la permanencia. Esta es pues, mi excentricidad. Seguir a un equipo de otro país y que usualmente no es de los que agrupan admiradores en mi tierra. En el Perú donde a todo el mundo se le van los ojos, en lo que a equipos argentinos se refiere, por el antipatiquísimo Boca Juniors yo elegí seguir al equipo que tiene el mismo celeste de mi esportin querido pero ... con bastones blancos.

Hace diez años aproximadamente, cuando Solano jugaba en Boca y gracias a las maravillas de la televisión por cable todo el Perú seguía los partidos del torneo argentino, estuve viendo un Boca-Racing junto a mi hermano. A mí, Boca jamás me terminó de cuajar. Como que no conectamos nunca y esa tarde, recuerdo, la espectativa era una victoria de ese equipo. Sin embargo el gol lo metió el otro y yo salté como un resorte de mi sillón. Al aterrizar de ese salto reconocí que, aunque no llega a tener ni la vigésima parte del cariño que le tengo a mi SC, entre esa Academia y yo sí hubo conexión. Cosas que pasan.

Años despues, decidí correr el riesgo de perderme con la sola finalidad de llegar a Avellaneda y pisar, si no el estadio de Racing, por lo menos la sede social. Y llegué a la segunda, me tomé una foto, me pasee, compré un llavero y me fui. Me fuí con la promesa de volver a Avellaneda pero para encontrarme con mi excentricidad en vivo y en directo. Ya habrá oportunidad.

Bueno, pues mañana ambos equipos se juegan la vida. Y yo estoy que me parto por que me gustaría ver ambos partidos. El de Argentina no lo voy a ver por que no lo pasa nadie así que ni modo. El de acá si podría ... pero creo que no voy a poder. A no ser que me rebele a ultimo minuto. Digo, es un decir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ya que estamos en estas... ¿por qué no te dejas de historias y alientas a la furia? a dos pasos de la gloria, chaval. a dos pasos.