jueves, 28 de setiembre de 2006

Fumar



El primer cigarro que fumé me lo dió mi madre. Había organizado un evento junto con las demas esposas de los jueces de Huancayo y, ya terminando la tarde, éstos se acercaron y le servían vasos copiosamente llenos de cerveza. Yo me acercaba a picarle la chela y ella, agobiada por la cantidad de gente que le asediaba, optó por librarse del crío que sumaba un fastidio mas y le dio el cigarro para que se entretenga bien lejos. "Andate para allá y que no te vea tu papá". Mi viejo tambien estaba que daba vueltas por ahí. Yo ya tenía 13 años y me fui obediente al otro lado para departir tiempo con mi nuevo juguete. No fumaba, sólo mantenía el humo en la boca y lo botaba. Ahí empezó todo.

Yo fumo. Ya está, lo dije. Nunca fuí un fumador de cajetilla diaria pero fumé mucho y ahora tambien fumo cuando me encuentro en especiales estados de ánimo. Es decir, cuando estoy totalmente tranquilo no me dan ganas de prenderme un pucho. Me dan ganas de tomarme una gaseosa, por ejemplo, pero no de fumarme un pucho. No fumo despues de almorzar ni antes de dormir. Tampoco fumo en el baño. Yo ya identifiqué los cuatro estados de ánimo que me hacen fumar y vamos, que si no fumo regularmente, en esas oportunidades lo hago como chino en quiebra.

Primera: fumo cuando estoy cheleando, la cerveza llama al cigarro y siempre que estamos sentados en algun bar con los patas y con un pomo helado al medio, nos prendemos un pocholo cada uno y asi sucesivamente hasta que dejemos de tomar y nos vayamos a nuestras casas.

Segunda: fumo en el estadio. Especialmente si el que juega es Perú o el Cristal en algún partido importante. Fumo aproximadamente seis o siete cigarrillos por tiempo, lo que hace un total de catorce por partido.

Tercera: fumo cuando estoy angustiado, lo que pasa recurrentemente. Cuando estoy demasiado ansioso el cuerpo o la mente me pide un cigarrillo.

Cuarta: fumo cuando estoy sumamente molesto. En estas dos últimas situaciones mi consumo de tabaco es sorprendente debido a la velocidad con que lo hago, aunque mas que sorprendente, preocupante.

Hubo una oportunidad que fumaba incluso cuando estaba trabajando pero, felizmente, ya me quité la costumbre.

Y es que, tal como reflexionó Ribeyro en su relato "Sólo para fumadores" (si no lo has leído pues deja de una vez de leer este blog, búscalo y leelo que te resultará mas provechoso que todo lo que yo pueda escribir y no te demorará ni una hora), el fumar no es algo agradable, él mismo lo dijo y a pesar que no asumía una crítica directa, tampoco asumía una defensa abierta. Reconocía que amarilleaba los dientes, las manos, era dañino a los pulmones y atrofiaba el paladar y la pituitaria. Tampoco era agradable. Pero ... él siguio fumando hasta que el cancer de pulmón se lo llevó.

La lista de defectos es grandísima. Pero yo tampoco voy a asumir ni una postura crítica ni una defensa abierta. Manifiesto sí mi intención de cada vez fumar menos (por lo pronto ya no voy al estadio, lo que me quita un motivo) pero debo reconocer que, especialmente en momentos de colera o de angustia, regreso al pitillo que me consume.

Dicen que no es uno el que consume al cigarro, que es el cigarro el que lo consume a uno, pero tambien, si no se han dado cuenta, la vida misma nos consume lenta, inexorablemente día a día. Cada día nos gastamos un poquito mas. Hay gente a la que el cigarro le da placer ¿por que negárselo? Total, uno ya es grande. Personalmente no le encuentro ningún tipo especial de placer al fumar y por eso es que espero, dentro de poco, poder postear y decir que ya no fumo. Bueno, salvo los viernes y sábados que salga con los muchachos. Digo, es un decir.

2 comentarios:

Marea dijo...

A mi se me quitó el vicio cuando vine a vivir a USA, fiuuu. Mi hermano fuma como chino en quiebra y la verdad espero que algun día pare de fumar al igual que tu, suerte.

Angélica Camacho dijo...

Felizmente yo me quité ese vicio cuando empecé a entrenar en el gimnasio. Después dejé los ejercicios por falta de tiempo pero ya había dejado también el cigarro. Solo me llevo un pucho a la boca una vez al año.