lunes, 11 de setiembre de 2006

Vivir sin saber

Tenia clase de Derecho de la Competencia 1 a las 9 en punto. Es más, no sólo tenía clase, tenía control de lectura. Como siempre, no había leído. Como siempre, me había quedado dormido. Como siempre, tenía que ir sin siquiera desayunar. Como siempre, tendría que tomar un taxi. Durante la universidad siempre tuve problemas para llegar temprano a clase, empiece ésta a la hora que sea. Mi porcentaje de faltas debe ser fácilmente superior al 65%, no sé como aprobé. Pero ese día, yo tenía que llegar a las 9 por que el profesor, simpático abogado de apellido inolvidable (se apellidaba Felices y enseñaba bien su curso) cerraba la puerta y yo ya no podía perder un control de lectura más (en el escaso mes que iba del ciclo ya había perdido dos precisamente por quedarme dormido).

Iba pues yo sentado en mi cómodo Tico por la Costa Verde rumbo a San Miguel faltando escasos diez minutos para las nueve cuando radio Ke Buena interrumpió la tecnocumbia de moda (tiempos que no volverán, felizmente) y nos contó que en Nueva York un avión se había estrellado contra una de las torres gemelas. Mi pensamiento estaba en el texto que tenía que entender para mi control, así que mi reflexión al respecto fue mas bien distraida. "Claro, si son tan altas, algún día tenía que pasar" pensé y volví a mi texto que ya estaba empezando a entender.

Llegué a dar mi control, Felices no dijo nada sobre el incidente y en el salón nadie comentó nada, yo me olvidé del tema. A las 10 y 30 salí de mi clase y me dirigí a la facultad de derecho. En el camino escuché dos o tres menciones a los aviones. "Ah, cierto, los aviones, que gracioso" pensé. Al entrar en la facultad dos muchachos se saludaron a pocos metros de mi y uno de ellos dijo "esto tiene que se un ataque, vas a ver que se viene la guerra". "Mira que hay gente que piensa tonterías" pensé "se cae un avión y ya creen que hay guerra. ¿Acaso no se puede caer un avión? ¿Acaso acá no se caen a cada rato?"

No encontré a nadie en la facultad así que me dirigí a la cafetería de artes. Iba a pedir un triple y una coca cola ya que no había desayunado. Hice mi cola, pagué mis cuatro soles cincuenta y me fui a sentar en una mesita vacía. Al frente mio tenía una televisión prendida en CNN, todo el mundo la veía interesadísimo. Le zampé un mordisco a mi triple, tomé una bocanada de mi coca cola y en el momento mismo que pasaba el primer sorbo enfoqué mi atención en la pantalla y vi como se caía la última torre ante mis propios ojos. "Chucha" pensé.


Lo que vi fue una repetición, logicamente, hacían ya diez minutos que se había caido la segunda torre. Vi todas las repeticiones, el primer avión, el segundo avión, la primera torre, la segunda torre, el polvo. Me quedé boquiabierto sentado viendo las imágenes durante quince o veinte minutos más. Pensaba que mientras todo eso pasaba, yo estuve despierto, viviendo, pero era como si no hubiera estado viviendo en este planeta. Creo que era el único sujeto sentado en esa cafetería que recién se estaba enterando de las cosas. De eso ya han pasado cinco años, no recuerdo cuánto saqué en mi control de lectura.

En realidad, podría decir que ese acontecimiento cambió mi vida, lo cual no es cierto. Podría decir que cambió el giro de la historia, lo que es cierto pero lo dicen todos. Lo único que puedo decir con sinceridad es que a mi ya no me causa el menor reparo ni reflexión. Lo que quizá en algun momento podría despertar simpatía por Nueva York, ahora simplemente se reduce a la plena indiferencia por que, a partir de ese aciago momento, empezó la ridicula actuación gringa bajo las riendas de su lider. Entonces, como que el reproche actual anula el reproche de ese entonces causando lo que siento, indiferencia. Digamos que recordaré el 11 de septiembre del 2001 como el día en que me demostré que uno puede vivir en un mundo, sin esconderse, pero sin saber absolutamente nada de lo que está pasando en él. Digo, es un decir.

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