Yo no escucho radio. Bueno, en realidad si la escucho todas las mañanas cuando el despertador se prende y me hace escuchar los titulares de las seis. Y es que, desde pequeño siempre me desperté con radioprogramas y me siento medio raro cuando no lo hago. Bien se dice que el hombre es un animal de costumbres. Pero, luego de que apago el reloj, ya sea para irme a la oficina o para darme vuelta en mi cama y seguir durmiendo, el resto del tiempo no escucho radio. La música que escucho la escucho de algun disco. Entonces, las únicas veces que escucho radio es cuando estoy o en la combi o en el taxi. Y así ha sido en los ultimos 8 años.
Sin embargo, en esos escasos minutos de radio, escucho cosas que me hacen congratularme de no prender ninguna radio y hacen que mi proposito de no enmienda sea mas fuerte aún. Y es que hay cosas que simplemente me desesperan hasta un punto que supera largamente la vergüenza ajena. Aca se los pongo.
Ya hace un buen tiempo que no lo escucho, pero antes había en una de estas radios juveniles un programete de baladas. A tiro de 10 de la noche, empezaba la transmisión de las ultimas baladas rosas de cosecha mexicana, venezolana, española o argentina. Lo fastidioso no eran las baladas (que de por si tampoco las soporto mucho tiempo, me hacen dormir) sino que cada dos o tres baladas, el locutor con la archiconocida voz de chibolo pilas recibia llamadas. En esta llamada, el incauto dejaba su nombre y edad y contaba cómo se había peleado con el enamorado(a), de lo mucho que lo sentía, de lo mal que se sentía, de lo mucho que lo extrañaba y de cuanto lo amaba. Todo eso sazonado con morbosísimas preguntas artificiosamente maquilladas formuladas por el locutor quien no sólo seguia sonando como el chiquillo pilas sino que ahora sonaba tambien como consternado por el problema y hasta aventuraba algunos consejos o ligeros reproches. Sencillamente, fuera de lugar. Y es que la ventilación por radiofonía abierta de problemas de pareja es algo que no me termina de convencer. La última vez que escuche ese programete llamó una muchacha entre las baladas y, en vez de contarle el problema con su galán, le dijo al locutor todo aquello que yo tambien pensaba. La llamada la cortaron, no dejaron a esa valiente muchacha terminar de opinar. El locutos sólo atino a responder, que si no le gustaba el programa, podía cambiar de emisora.
Hay una radio en AM que escuchan algunos taxistas, especialmente los mas veteranos, que tiene un programa llamado algo así como "Habla el Pueblo" donde una locutora que limita sus intervenciones a lo mínimo (dar el número de telefóno y decir "Buenos Días, cual es su opinion") recibe constantes y continuas llamadas de la gente. Usualmente personas jubiladas que nos dan su sabia opinion sobre temas de actualidad nacional. Lo triste es que las opiniones centradas o razonables brillan por la ausencia. Entonces tenemos una colección de antología de posiciones simplistas, radicales, o simplemente desinformadas. Luego de cuatro llamadas, todo eso se torna insoportable.
Hay un programa que transmiten a tiro de ocho de la noche en alguna de estas radios nuevas. La mecanica del programa es simple. Merengón de moda tras merengón de moda. Entre merengón y merengón llama un buen parroquiano, da su nombre, su telefono, su edad y las razones por las que los chicos(as) del otro sexo deberían llamarlo. ¡¡¡¡Jesús!!!! Cuanta angustia. Algunos se despachan avisando que son tiernos(as), cariñosos(as), comprensivos(as) y demas lindezas. Lo que dan ganas es de llamar y decirles con toda sinceridad. ¿No ves que estas haciendo el ridículo?
En Radio Mar, cuando se aburren, empiezan a hacer un concurso donde reciben una llamada y la persona que llamó tiene que cantar la salsa que quiera. Esto esta pésimo por dos razones, en primer lugar por que a veces escogen buenas salsas y con los alaridos no te la dejan escuchar y en segundo lugar por que sinceramente, por telefono, la gente canta terrible. Que vergûenza, Jesús. Saber que estas siendo la risa de varios miles de limeños que no pueden hacer otra cosa que escucharte.
Es cierto que existe una libertad de expresión por respetar. Por ello yo simplemente me lamento de que escucho esas cosas en sitios en los que no puedo hacer nada para apagar la radio o para cambiar la emisora. Existe tambien la libertad de todo el mundo para escoger voluntariamente hacer el ridiculo. Pero sinceramente, a mi eso me genera una sensación medio rara. Aunque, quien sabe, talvez escribir en la internet elucubraciones personales tambien le despierte a alguien la vergüenza ajena, quien sabe. Digo, es un decir.
Sin embargo, en esos escasos minutos de radio, escucho cosas que me hacen congratularme de no prender ninguna radio y hacen que mi proposito de no enmienda sea mas fuerte aún. Y es que hay cosas que simplemente me desesperan hasta un punto que supera largamente la vergüenza ajena. Aca se los pongo.
Es cierto que existe una libertad de expresión por respetar. Por ello yo simplemente me lamento de que escucho esas cosas en sitios en los que no puedo hacer nada para apagar la radio o para cambiar la emisora. Existe tambien la libertad de todo el mundo para escoger voluntariamente hacer el ridiculo. Pero sinceramente, a mi eso me genera una sensación medio rara. Aunque, quien sabe, talvez escribir en la internet elucubraciones personales tambien le despierte a alguien la vergüenza ajena, quien sabe. Digo, es un decir.
1 comentario:
Que el "marketing personal" vía telefónica posee los mismos estándares de ridículo que los blogs que escribimos.
Menos mal que no escuchas radio, parece que conoces todos esos programetes. Sólo te faltaron los mensajes de texto en OK TV donde salen cosas como "perdóname gatito", "te amaré por siempre", "llama por favor" y demás cursilerías.
Suerte.
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