Estuve leyendo los blogs que siempre leo y esta vez me detuve a leer entradas anteriores que me dejaron que pensar y que nunca pude terminar de darles todas las vueltas que quise. Asi regresé a éste post de Mu. Los invito a que lo lean antes de que continuen leyendo éste por que lo que sigue es una referencia a él y si no saben de que se trata, pues se quedan en la mitad.
Y es que a mi tambien siempre me ha causado un poco de fastidio lo bien que se equipan ellos y lo mal que nos equipan a nosotros. A pesar de que suscribo la idea de que la imagen vende y que justamente son ellos los que hacen la imagen. Eso es innegable. Gracias a Dios ya pasé la etapa de practicante, donde pasaba nueve u ocho horas al día en el cuarto de la terraza, muriéndome de calor y metido entre libros de hace mas de 15 años y papeles con una capa de polvo mas gruesa que el papel mismo. Y eso que el estudio no era malo, para nada.
Hoy por hoy no puedo quejarme, tengo quizá mas comodidades de las que he pedido, y si quisiera ser ácido, tal vez más de las que necesite en realidad. Pero bueno, tampoco es que tenga un televisor plasma. Preferiria un frigobar.
A lo que iba era que en realidad a mi si me fastidia el hecho de que el equipamiento de una oficina no se haga en virtud a la funcionalidad del puesto (vamos, es evidente que quien esta arriba efectua labores algo mas importantes que las tuyas) sino por el simple hecho de marcar diferencias entre ellos y tu. Un tema de resaltar innecesariamente una jerarquía que, en la estructura de una oficina, resulta de por si evidente. Es decir, yo se que eres el dueño de la empresa pero no tienes que mandarme a trabajar en una mesa antediluviana mientras tu te pierdes en escritorio King Size.
Y lo peor es cuando, por arte de magia, las comodidades llegan a extenderse a otras personas, pasando por alto su importancia o su puesto, saltandote olímpicamente a ti y a otros mas que tambien se merecerían las goyerias. Me explico usando el mismo ejemplo, supongamos que los escritorios de la oficina tienen mas de treinta años, parecen carpetas, no tienen cajones. El jefazo tiene, en la oficina que nunca ocupa, una mesa de directorio para él solito. De pronto, sin que nadie sepa nada, un buen día entran unos muchachos trayendo un buen escritorio. Que bien, piensan todos, cambio en el mobiliario. Luego se dan cuenta de que sólo era UN escritorio. Y que el escritorio va para fulanita, que ha entrado hace poco y que para el día hablando por telefono. ¿que ha pasado? Ya sabemos todos que está pasando. Ojo, y el ejemplo es unisex ¿eh?
Y es que si el jefazo hace alarde de comodidades frente a nuestras incomodiades, no hay nada que hacer, pero cuando es otra persona la que goza comodidades y no por lo que hace o lo que significa sino sólo por lo bien que supo relacionarse, eso si marca pica. Y bastante. Y lo triste es que, luego de eso, no importa si la persona demuestra que en efecto lo vale, ya todos diremos que lo que consigue, no es por su aplicación en el trabajo, precisamente. Digo, es un decir.
Y es que a mi tambien siempre me ha causado un poco de fastidio lo bien que se equipan ellos y lo mal que nos equipan a nosotros. A pesar de que suscribo la idea de que la imagen vende y que justamente son ellos los que hacen la imagen. Eso es innegable. Gracias a Dios ya pasé la etapa de practicante, donde pasaba nueve u ocho horas al día en el cuarto de la terraza, muriéndome de calor y metido entre libros de hace mas de 15 años y papeles con una capa de polvo mas gruesa que el papel mismo. Y eso que el estudio no era malo, para nada.
Hoy por hoy no puedo quejarme, tengo quizá mas comodidades de las que he pedido, y si quisiera ser ácido, tal vez más de las que necesite en realidad. Pero bueno, tampoco es que tenga un televisor plasma. Preferiria un frigobar.
A lo que iba era que en realidad a mi si me fastidia el hecho de que el equipamiento de una oficina no se haga en virtud a la funcionalidad del puesto (vamos, es evidente que quien esta arriba efectua labores algo mas importantes que las tuyas) sino por el simple hecho de marcar diferencias entre ellos y tu. Un tema de resaltar innecesariamente una jerarquía que, en la estructura de una oficina, resulta de por si evidente. Es decir, yo se que eres el dueño de la empresa pero no tienes que mandarme a trabajar en una mesa antediluviana mientras tu te pierdes en escritorio King Size.
Y lo peor es cuando, por arte de magia, las comodidades llegan a extenderse a otras personas, pasando por alto su importancia o su puesto, saltandote olímpicamente a ti y a otros mas que tambien se merecerían las goyerias. Me explico usando el mismo ejemplo, supongamos que los escritorios de la oficina tienen mas de treinta años, parecen carpetas, no tienen cajones. El jefazo tiene, en la oficina que nunca ocupa, una mesa de directorio para él solito. De pronto, sin que nadie sepa nada, un buen día entran unos muchachos trayendo un buen escritorio. Que bien, piensan todos, cambio en el mobiliario. Luego se dan cuenta de que sólo era UN escritorio. Y que el escritorio va para fulanita, que ha entrado hace poco y que para el día hablando por telefono. ¿que ha pasado? Ya sabemos todos que está pasando. Ojo, y el ejemplo es unisex ¿eh?
Y es que si el jefazo hace alarde de comodidades frente a nuestras incomodiades, no hay nada que hacer, pero cuando es otra persona la que goza comodidades y no por lo que hace o lo que significa sino sólo por lo bien que supo relacionarse, eso si marca pica. Y bastante. Y lo triste es que, luego de eso, no importa si la persona demuestra que en efecto lo vale, ya todos diremos que lo que consigue, no es por su aplicación en el trabajo, precisamente. Digo, es un decir.
1 comentario:
Yo también me enroncharía si estuviera en tus zapatos, a veces los dueños de los negocios y gerentes abusan de su poder y eso está muy mal, deberían tomar clases de cómo tratar al personal con respeto.
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