jueves, 21 de setiembre de 2006

No me vas a convencer

Es increible como la gente que cree pugna en cada momento por hacer que mas gente crea lo que ellos creen. ¿Es que acaso te dan un premio por catequizar? Cuando yo creía, nadie me ofrecía premio alguno.

El sabado pasado fuí a cortarme el pelo. Mi peluquero es un señor de unos cincuenta y algo años, mas o menos. Ex marino y sujeto sumamente religioso. Esto último lo deduje en un primer momento por los afiches de José María Escrivá de Balaguer dispersos por toda la peluquería. No sólo es católico, pensé, lo mas probable es que sea del opus o pro opus, seguramente uno de esos que defienden, respetan y quieren al cardenal. Pero hace un buen trabajo y por eso voy ahí.

El sábado fui a la peluquería con un libro en la mano. Estoy leyendo "Por quien doblan las campanas" de Hemingway. Ni bien me senté me preguntó qué estaba leyendo. Le mostré el libro y acto seguido él me pregunto si yo leía mucho. ¡Zas! - pensé - en este mismo momento me va a preguntar si leo la biblia. No lo hizo. Para mi alivio empezó una diatriba respecto a cómo hay que leer varias versiones sobre un mismo hecho para poder tener una visión completa de algo. Por ejemplo - me la soltó - como esa película del Código Da Vinci.

Mi opinión sobre ese libro y su película ya lo expuse antes acá. Pero igual se lo dije de frente. "Eso es una tontería", fue mi respuesta y tal parece que coincidimos en la opinion pero definitivamente no por las mismas razones. Segundos despues puso una cara de frustración, seguramente por que esperaría que yo sea un entusiasta del libraco y podamos tener un debate en el cual, ayudado por la divina providencia y por las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, él me iba a demostrar mi error. No le salió la jugarreta.

Entonces volvió al ataque y me preguntó respecto al libro que leía. ¿De que trata? De la guerra civil española, respondí. Y los ojitos le brillaron detras de los anteojos.¡Ah! esos libros tambien hay que leerlos con cuidado por que dependiendo del autor, no cuentan la verdad. ¿Ahora por donde me va a salir?, pensé. Por ejemplo, hay un libro (me dijo el título y el autor, datos que procuré olvidar lo mas pronto posible y que ya lo hice) donde cuentan la verdadera historia de la guerra civil española y narran cómo el hermano José María ayudó a aliviar el dolor de las víctimas. ¡Eureka! - pensé yo - ya sé a qué venía el cuento. Y acto seguido me conversó sobre la bondad del hermano José María. Claro, no me habló de cómo, en sus sermones, el hermano José María le limpiaba las botas de sangre a Franco, pero eso son detalles secundarios ¿no, Chema?

Luego de eso empezó a hablarme de la biblia y los mandamientos y de un libro genial que tenía que desenmascaraba todas las mentiras sueltas en el Código Da Vinci (¿otra vez? ¿es que no tienen otra cosa en qué pensar?) y el cual ofreció prestarme cuando acabe de leer a Hemingway. Felizmente ya estabamos en la parte en que me terminaba de rasurar las patillas. Cuando desprendió la tela protectora salí de un salto de la silla y fui raudamente a pagar el corte. Mientras me dirigía a la puerta y cruzamos las respetuosas despedidas, me hizo recordar que la proxima vez que fuera me iba a prestar el bendito libro del que me habló.

Pienso yo, ¿acaso es tan dificil no ir por la vida incomodando a la gente mientras intentas convencerles de algo que quizá no quieran saber? Digo, es un decir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es cierto eso de que mucha gente busca convencer a otros de lo que ellos creen. Sin embargo, a mí Pascal me convenció sin mucho esfuerzo desde su tumba: “Si Dios no existe, nada pierde uno en creer en Él, mientras que si existe, lo perderá todo por no creer”

el chato juan