viernes, 23 de noviembre de 2007

Burdel.

La audiencia era a medio día y el abogado (hoy voy a empezar narrando en tercera persona pero queda claro que "el abogado" soy yo; cuando diga "otro abogado" se va a entender que me refiero a .... ¡exacto! otro abogado) que todavía tenia una hora larga por delante se mete a la cafetería mas respetable de la última cuadra del jirón Apurímac a tomarse un jugo.

Vaso (o mejor dicho copón por que la fuente de soda esa tiene la extraña costumbre de servir los jugos en un copón tipo "cáliz", ese de donde sacan las hostias pero todo de vidrio) en mano y leyendo en su periódico las noticias previas a la última goleada que nos propinaron los bananeros del norte (y que no se ofendan que su principal exportación es, precisamente, plátanos) se me acercó una robusta mujer recontra pintarrajeada (que es sabido que las mujeres se maquillan unas, se pintan otras y se pintarrajean las más) y me interrumpió de mi saludable "entremés".

¡Abogado! me dijo y me sentí como un simple sans culotte a quien el jefe de la revolución le llamaba por el título mas recurrente e inequívoco: citoyen. Desde esa entrada me cayó mal. Y es que el tema no va por que a mi me guste que me digan doctor (que me da igual, en realidad) pero ... no sé. Lo intentaré explicar. Cuando me dicen señor, siento como que me dicen lo mismo que a todos. No me molesta que me digan señor en vez de doctor por que ... por que lo segundo es una huachafada y que yo sepa, doctor aún no soy. Esa mismo valor nulo le da el interlocutor que me dice señor y obtiene de vuelta a su vez un "señor" para él. O tal vez simplemente el interlocutor ignora la profesión del infrascrito (a pesar de su maniática forma de escribir) por que sencillamente éste no lleva la estrellita de siete puntas en el terno ni tiene escrito en la frente: "Abogado".

Pero, cuando una persona te dice abogado se siente como que él pensara que tu esperas un caramelo y él, malo malísimo, no te lo da. Te reconoce el derecho a tenerlo pero no te lo da por que ... pues por que no quiere. Como que te escatima el honor que te corresponde, lo que lo hace a él mas importante. Bueno, esa cuestión subdesarrollada de jerárquias es lo que yo percibo. Entonces, a pesar que a mi no me molesta que no me digan doctor, si me causa fastidio que me digan "abogado" por que eso suena a: "te tendría que decir doctor, pero como yo soy un chucha y tu no, no te digo doctor sino abogado".

La cosa es que la tía me dijo abogado y .... bueno, el post se alarga mucho y ya son las 7 y mi viernes recién empieza. Continuaré el lunes.

Espero que esto no se alargue innecesariamente como la de los chorizos que aún falta terminar pero que ya me aburrió.

Paciencia. Digo, es un decir.

1 comentario:

Anónimo dijo...




Entendido "Senhor"




Pd: Ahora dime senhora y me *agas jijiiji