viernes, 30 de noviembre de 2007

Burdel (Parte III)

La parte I es ésta y la parte II, ésta.

Hará cosa de dos años trabajaba en una empresa cuyo nombre no voy a mencionar (tono y mirada de suspicacia) donde habían muchos abogados. Y un buen día, les llegó el día de ir a elegir a su decano. Como en todos lados, yo era el único que no estaba colegiado en Lima. Pero como era sábado, y a mi no me emocionaba quedarme en la oficina trabajando los sábados, odio trabajar los sábados, decidí que la mejor opción es hacerme al sueco e irme con ellos. Total, la jefa de Recursos Humanos nunca llegó a saber que ese no era mi colegio y que no tenía que ir a votar. Así que me subí y fui a ver una votación.

El centro de votación fue el Colegio Alfonso Ugarte y era el mismísimo infierno. Claro, basta imaginarse veinte mil abogados metidos en un mismo sitio. Uff, demasiado heavy. Y me vi en un espejo de horror en realidad. A cada paso que uno daba era un pleito. Los doctores se peleaban por el lugar en la cola, se peleaban por que el presidente de mesa era muy lento, se peleaban por que era muy rápido, se peleaban por que nunca faltaba el pendejo que quería hacer publicidad dentro, se peleaban por que uno se zampó en la cola ... ¡¡¡que iba al baño de hombres!!!, se peleaban por que uno votaba dos veces, se peleaban con la cajera que cobraba a los que tenían cuotas atrasadas, se peleaban por que otro rompía las listas pegadas en la pared, y seguramente habrían algunos cuantos que se sacaron la madre sólo por el gusto de sacársela.

Pero valga la aclaración. No era un clima de saludable confrontación entre varias facciones civilizadas. No. A pesar de la supuesta educación de la gente era una pelea de muy baja estofa. Todos se creían sapos y los paganos eran los pobres abogados que, indiferentes a esa lucha por un coñito de poder, sólo votaban para evitar que les zampen una multa. Ese día las elecciones no terminaron a la hora pactada (cuatro de la tarde) sino que se alargó hasta las seis entre gritos de los tardones y reclamos de los personeros que, de acuerdo a sus proyecciones, querían unos y no querían otros que siguieran entrando más electores.

Los resultados prometidos para las seis salieron como a las diez y el conteo fue un sólo de impugnaciones y discusiones. Eso me lo contó un amigo que, para mala fortuna, le tocó ser miembro de mesa. Los resultados aproximados dieron empate y segunda vuelta para tres domingos despues. ¿La hora? 11 de la noche.

Agradecí mucho no tener que haber hecho ni esa cola ni tener que estar todos los años (por que a estos colegas les encanta elegirse y reelegirse anualmente) viéndo semejante espéctáculo.

Meses despues cuando llegó la hora de votar en mi colegio me preparé para una escena similar. Felizmente, el pequeño número de abogados que somos permitió una votación aséptica, sin colas, sin demoras, sin gritos, sin pendejos, con un viaje larguísimo. Le agarré aún mas cariño a mi elección y, en la contrastación, ví como Lima es realmente una olla de grillos. Puro grito, mala fe y pendejada. Un Burdel.

Con lástima ¿no? por los buenos amigos que estan colegiados ahí y por los prestigiosos maestros que también lo están pero cuyo brillo no logra eliminar toda la miasma que generan los, hummmm, dieciocho mil abogados restantes.

Por eso, cuando la tía pintarrajeada me empezó a hablar de sus políticas de cloaca, simplemente levanté la mano de hastío y me negué a tener que enterarme de nada y reivindiqué mi elección calificándo a Lima con el adjetivo que le puse hace ya un par de años.

Y ya está.

Eso es todo lo que quería contar.

Intrascendente ¿no?

Ah!, sólo añadir que luego de todo esto, creo que mi carnet chalaco tiene muchisimo más caché que el otro. Digo, es un decir.

1 comentario:

schatz67 dijo...

Creo que uno de los sintomas más claros de la descomposición que vive nuestra sociedad son las elecciones del CAL.Los abogados, las personas formadas para hacer del derecho un instrumento de coexistencia pacífica y desarrollo se empeñan en demostrarnos que son las personas menos capacitadas para ejercer esa labor. Hacen trafa y media, se pelean como chaveteros, pintarrajean y ensucian todas las cales e incumplen todas y cada una de las normas estipuladas en el reglamento electoral.

Que a nadie sorprenda pues el estado de la justicia en el Perú.

Saludos

Schatz